Pues he estado la mar de entretenida leyendo un libro para niños. Se titula "Los perros de la Mórrigan" de Pat O'Shea. Y no me ha parecido especialmente para niños, sino para mayores de quince años, cuando menos: no lo digo por el tamaño del libro, que son quinientas y pico páginas, lo que ya está bien para un cuento.
Porque es un cuento, un cuento monumental, al estilo de las sagas (a las que tanto debe), dividido en libros, en los que el entorno y los peligros van variando, hasta hacerse francamente serios y desesperados. Es un cuento irlandés, sobre todo.
El protagonista principal es Pejota, un niño de diez años, que tras entrar en una tienda de libros de segunda mano y llevarse un fajo de hojas, restos de un viejo libro, empieza a encontrarse con algunas trampas malintencionadas y casualidades difíciles de explicar.
Estas novedades están unidas a la llegada al pueblo de un par de viejas extrañas, montadas en una Harley Davidson, y acompañadas de sus perros: son las hermanas de la terrible Mórrigan, a la que esperan; porque el libro que tiene Pejota lleva encerrado en su interior a Olc Glass, vieja serpiente maligna, que la Mórrigan codicia para volverse poderosa (con malos pronósticos para todos los demás si lo logra, por supuesto). Y es que la Mórrigan es la diosa de las batallas y se complace en las desgracias: un mal bicho, vamos.
Así que Pejota, con su hermana pequeña, Brigit, se ven metidos en los embrollos que les preparan las brujas, aunque siempre cuentan con la ayuda y los avisos de algunos inesperados consejeros (claro está, la Mórrigan tiene su opuesto, el Dagda: puro maniqueísmo el de las Mitologías antiguas).
Pero ésto no es nada, porque aún les espera hacer frente a la búsqueda de un legendario guijarro, que salió de la honda del mismo Cúchulain (el héroe mitológico más glorioso de Irlanda, por si no lo sabían) e hirió a la Mórrigan, manchándose con su sangre. Y se necesita esa gota de sangre para destruir a Olc Glass. Así que esos dos niños cruzan las puertas del Trasmundo para emprender su búsqueda, viajando, haciendo frente a trampas, engaños y peligros, y encontrando a personajes de lo más variado: tijeretas que se creen Napoleón, gigantas que hacen la colada, arañas tejedoras, alces majestuosos, un hombrecito de hojalata en lo alto de una veleta, que da indicaciones sobre el camino, quitándose el sombrero; el zorro Currú, la mujer triste de los gansos sobre la que siempre llueve, cabezas parlantes de antiguos guerreros, simples granjeros, vagabundos, posaderos...
Creo que lo mejor del libro son todos esos personajes, tan bien caracterizados, de diálogo chispeante, algunos con ocurrencias divertidas, otros siniestros, pero siempre sorprendentes, siempre entretenidos. No se aburre nada uno leyendo estas quinientas y pico páginas.
Aunque es bueno saber previamente alguna cosa de la mitología celta, y uno o dos cuentos de la zona, tampoco me parece que nadie se vaya a perder sin ello: no hay marañas de nombres, se lo aseguro. Todo es bien sencillo, claro y fácil de seguir. Y la traducción es preciosa, bien hecha, con gracia y saber, no creo que se pierda ni un juego de palabras, y sobre todo cuando se ha de transcribir el modo de hablar peculiar de un personaje, es graciosísima. Su traductor es Francisco Torres Oliver y recibió el Premio Nacional de Traducción por este trabajo, ya ven.
Así que sólo me queda recomendarlo, aunque he visto que el precio del libro no anima... como siempre, yo lo saqué de la biblioteca. Está recién reeditado en la Editorial Siruela y leí en alguna parte una buena reseña, que me animó a leerlo: por desgracia no recuerdo dónde...
De regalo, unas muestras de Mitología Celta y más Mitología Celta y más aún (cuidado los de vista cansada con estos colores)
Hace 1 semana