lunes, febrero 25, 2008

1) Un periodista, hablando sobre las elecciones primarias en los Estados Unidos, comenta la importancia de la decisión final de los picatostes del partido demócrata. Y yo me imagino unos cuadraditos de pan frito, bien trajeados, discutiendo graves asuntos. Capitostes es una palabra poco usada, y quizás el periodista tenía ganas de irse ya a comer. Lapsus los tiene cualquiera, pero éste es divertido.

2) Titulares surreales, por ejemplo, éste del día de hoy en El País: "El avión pierde entre Madrid y
Málaga un 14% de pasajeros". Y digo yo: ¿cómo los pierde, se le van cayendo por las escotillas o qué?. Sobre todo, ¿no será peligroso el avión?. Luego resulta que la noticia no era tal, sino que decrece el número de pasajeros de esa línea (no me extraña, con estos titulares).

3) En el periódico de ayer (El País, edición Andalucía): "Muere ante un salón de juego acuchillado". Desconocía la existencia del juego acuchillado, y de los salones dedicados a esta actividad. O quizás se refiere a la decoración del
local. No sé a qué carta quedarme.

Luego dirán que la prensa aburre. Qué va.

viernes, febrero 22, 2008

Momentos musicales

La canción Meglio Stasera, fue compuesta por Henry Mancini para la famosa película La pantera rosa (1963), y, como otras melodías de esta película, se convierte en tarareo obsesivo en cuanto se escucha.
Como curiosidad, la versión en italiano que se disfruta en la película, formando un breve número musical, luego no aparece en la banda sonora original. Es una lástima, porque esa versión es mi preferida, y es la que dejo enlazada aquí, para quien quiera ver, escuchar y puede que bailotear: en Dailymotion
(es divertida, no se la pierdan)

miércoles, febrero 13, 2008

De El mundo del príncipe resplandeciente, de Ivan Morris, cap. II:El marco.


La construcción abierta de la casa shinden y su íntima relación con el jardín eran características que le conferían un indudable atractivo. Sin embargo, por lo que a comodidad física se refiere, las viviendas heian, incluso las de los aristócratas más ricos, difícilmente podrían haber sido menos sugerentes. En particular, estaban mal equipadas para hacer frente a los rigurosos inviernos de la ciudad. Los redondos braseros de madera, que constituían el principal medio de calefacción, tenían escaso efecto sobre la temperatura de las grandes salas abiertas y los largos corredores llenos de corrientes. Esto repercutía directamente en las modas. Las mujeres debían protegerse con numerosas capas de ropa y, puesto que se trataba de una época de buen gusto, hacían de la necesidad virtud, y la sutil armonía de los colores de las diferentes capas constituía uno de los grandes artes de la vida cotidiana.


Pueden leer un fragmento mayor, si les apetece, acerca de la arquitectura de la época Heian en Japón (en torno al año 1000), las casas de los nobles, su mobiliario y otras curiosidades.
Hay mucho más en este libro, que trata de forma amena sobre un mundo que nos resulta tan lejano, ese sofisticado mundo en que se escribieron obras como La historia de Genji o El libro de la almohada, y me parece una gran ayuda para cualquiera que se haya acercado a estas obras, además de una lectura entretenida e interesante.

jueves, febrero 07, 2008


Algo separa a los personajes homéricos de todo lo que fue escrito antes y se escribiría después. Se comportan como esos ateos perfectos que jamás han existido, convencidos de que la vida coincide con la respiración. Para los ateos cientifistas, después de la muerte sólo existe una vaga nada. Para los personajes homéricos, había una larga tortura, un enloquecer carente de memoria y de mente. En absoluto otra vida, y tampoco un castigo por la vida, sino una fisiología exhausta y delirante, anterior a la vida.
Sin embargo, mientras el aliento duraba, todo estaba lleno de dioses. Pensando en Aquiles que al alba, todos los días, arrastraba el cadáver de Héctor alrededor de la hoguera de Patroclo, Hécuba dice: "Mas no por esto (Patroclo) fue resucitado". Ningún artificio, ningún rito, ningún mérito pueden alterar este hecho. Los dioses "están siempre", como se repite, incansablemente, en las tablillas formularias; quien reconoce a los dioses existe durante un breve tiempo. En su modestia, los ateos están llenos de vanidad. Durante el breve tiempo de su vida están convencidos de administrar algo, una isla de autonomía que después se dispersa en átomos ciegos. Los héroes homéricos no se permitían este consuelo: mientras vivían, sabían que eran sostenidos y atravesados por algo remoto e íntegro, que después les abandonaba como harapos


Las bodas de Cadmo y Harmonía, Roberto Calasso
------
Éste es un libro que he leído y releído, del que he ido extrayendo pedazos, como se quitan pellizcos a un bizcocho, con indolencia y con gula. Ah, cuánto placer se obtiene del conocimiento inútil, que decía Bertrand Russell.

sábado, febrero 02, 2008

The Doctor...

He visto ya la tercera temporada de Doctor Who, definitiva y demoledoramente genial. Y ahora tengo que reconocer que creía que, llegados al final de la segunda temporada, había visto lo máximo que podía dar de sí la serie. Creía que ese final, culminando en una despedida conmovedora (esa frase "estoy quemando un sol, sólo para decirte adiós") era insuperable. Después de habernos destrozado los corazones (los dos, y aún un tercero, si lo tuviéramos), sigue en marcha el Doctor, atravesado por más tristeza aún, con la misma despreocupada melancolía que es marca de la casa desde el principio. La tercera temporada, contiene menos aventura rocambolesca (dentro de lo que cabe), y más introspección, es más tétrica incluso. Seguramente ayuda que la nueva acompañante sea una médica, una mujer más formada, más madura que la joven y emocional Rose, que ocupó el puesto en las dos temporadas anteriores. Por más que Rose tuviese el encanto de chiquilla de barrio, que lo mira todo con ojos nuevos e ilusionados, y anima incluso los momentos más sombríos del Doctor, me gusta Martha Jones, la nueva acompañante: ella exige explicaciones, toma decisiones, es consciente de más detalles. No es una seguidora, es una acompañante de verdad.
Es increíble cuánta energía, cuánta iniciativa, cuánto ingenio desplegados (en esta serie es raro el episodio en que no haya unas carreritas, de hecho "corred" debe ser la palabra que más se dice). Qué grandes dramas, qué deliciosas comedias, siempre desarrollándose en el filo del fin del mundo (literalmente).

Mis capítulos favoritos suelen ser los de ambientación histórica, los encuentro divertidísimos (a veces inquietantes también). Y me gusta especialmente el que se titula La chica de la chimenea (segunda temporada), porque es, al mismo tiempo, una historia de terror con autómatas, y una reflexión sobre la percepción del paso del tiempo, la vejez y la muerte. Así de tremendo.
También me parecen muy entretenidos los episodios shakespearianos o victorianos (con los mismísimos Shakespeare y Victoria, respectivamente, claro), y los considero verdaderos ejemplos de frikismo histórico, selectos bocados para divertirse.

En fin, creía que nunca volvería a experimentar semejante devoción por una serie, desde que pronuncié aquel "Joss Whedon is my master now". Pero soy inconstante, voluble, y he encontrado un nuevo objeto de adoración, que hace que siga cada capítulo con ansiedad, que ría enloquecidamente y llore desconsoladamente, ante el asombro y la compasión de los no contagiados. Los tres capítulos finales de la temporada del 2007 (no desvelaré ni media palabra) son tremendos: me han llevado por la angustia de ver a los héroes de la historia en la más abyecta derrota, a la espera de esa milagrosa salvación final, que se demora y se demora. Éso es suspense... sabemos qué va a pasar, pero ignoramos todo sobre el cómo.

Así que les aconsejo que vean la serie (aunque sólo sea por acompañarme en la adicción), y que empiecen por la primera temporada del 2005, necesaria presentación de lo que se avecina en las siguientes. Vale la pena. Y mi más rendido agradecimiento a los subtituladores, sin cuyo talento mi disfrute sería imposible (no creo que me lean, pero tengo que dejar constancia)