domingo, enero 25, 2009

1) Aproximación a la historia griega, de Luciano Canfora. Me he leído este libro, que trata más bien de ser una aproximación a las fuentes de la historia griega, porque el libro que quería no estaba. Me apetecía releer Una profesión peligrosa del mismo autor, pero está claro que voy a tener dificultades para lograrlo. Por lo demás, leer sobre las dispersas y azarosas formas en que conocemos lo poco que conocemos siempre es interesante.

2) Un hombre afortunado, de John Berger. Tengo pendiente poner por escrito cuánto me gusta John Berger, cómo consigue encandilarme en cada línea de ese estilo aparentemente sencillo, y al mismo tiempo cuánto me conmueve, de un modo nada sentimental. Me gusta porque contiene algo descarnado, telúrico, demoledor, y delicado.
Pueden leer una crítica acerca del libro, que siempre vale la pena.

3) No soy capaz de leer más novelas que las policíacas. Debe ser un virus. Cuídense.

martes, enero 06, 2009

Crónicas birmanas es el tercer cómic de temática parecida que leo de este autor, Guy Delisle; forma parte, pues, de una trilogía, centrada en el absurdo cotidiano de un extranjero, un occidental, que tiene que pasar un tiempo en un país oriental, específicamente en medio de una dictadura. Así que se une el extrañamiento cultural con la inabarcable estupidez del autoritarismo.

El primero que leí, Pyongyang, me pareció sobrecogedor, transmitía verdadera asfixia: la presencia ominosa del régimen, la arbitrariedad, la miseria del país, el aplastamiento de la población, el control total, el terror, todo lo que hace de Corea del Norte un horror. Al mismo tiempo, conseguía que compartiéramos su sentido del humor ante tanto surrealismo. Cualquier acción de apariencia normal se vuelve difícil, casi imposible, en un mundo de reglamentos y controles omnipotentes y desconocidos: todo es ridículo, desesperante y absurdo, da miedo y risa a la vez. Es un retrato inquietante de un mundo real, muy real, que parece una distopía.
Leí después el tomo titulado Shenzen, que el autor escribió en primer lugar (recomiendo seguir el orden correcto, no sigan mi ejemplo). Me pareció menos inspirado, quizás porque, en este caso, el subjetivismo desde el que cuenta las cosas, no le ayuda: el aburrimiento y la soledad del extranjero aislado en un país rígido y cerrado, son reflejados (densamente), pero falta algo más: los recursos que después usará en Pyongyang, el estilo segmentado, la acumulación de anécdotas, de imágenes, para componer un cuadro completo de la situación. Aquí sólo hay una exposición de rarezas, pero falta profundidad, quizás, aunque sigue siendo interesante.

Y Crónicas Birmanas me ha gustado mucho más, primero porque tiene un sentido del humor más cotidiano, que nace del contacto con una humanidad variada y sorprendente, personas que viven dentro de una dictadura temible y arbitraria (pero no tan omnipotente), que provoca a su paso temor y también burlas. La presencia de la familia, de la gente, los paseos con el carrito del bebé, dan mucho más juego. Y también porque está contada con más nervio, mejores tramas, mejores historias. He disfrutado leyéndolo, algunas anécdotas me han hecho reírme a carcajadas, y ésta es mi forma de expresar mi mejor consideración hacia este autor.

Una buena crítica de Crónicas Birmanas, también de Pyongyang