miércoles, abril 27, 2005

Algunos anuncios:
1) me voy una semanita (más o menos) al lejano norte, con parada y fonda en esas dos ciudades que empiezan por V, y quién sabe dónde más: he perdido parte de mis manías misteriosas y lo digo públicamente. Si alguno/alguien quiere darme algún recado, le corroe una insana ansiedad por saber de mí o simplemente quiere verme, que avise por el medio que juzgue conveniente. Luego yo haré lo que me venga en gana, claro.
("cualquiera que compre billete de ida y vuelta en estos días, es un optimista" decían en Ser o no ser)
2) he contado unas cosas en este otro lugar: lo digo así, de medio lado, igual que hace Cisne Negro en lo que ha llamado su división personal (bonita descripción)
Razones por las que dejar de leer (un rato):
1) el trabajo aturde tanto que luego se tiene la sensación de tener en la cabeza gorriones aleteando y golpeándose contra la bóveda craneal
2) la calle nos llama
3) viajar deja de ser imposible
4) es frustrante que los libros que quieres leer justo ahora sean imposibles de obtener justo ahora (mi definición de "justo ahora" es amplia y ya se extiende a varios días, semanas incluso)
5) desgana, pereza, dejadez, vaguería
Nunca alegaría la falta de tiempo, porque no cuenta.


La feria del libro ha consistido en que, de las cuatro casetas no pertenecientes a instituciones oficiales, la mayor la ocupaban esos Grandes Almacenes que siguen siendo la librería más grande y surtida de la ciudad. En las demás, saldos y libros de bolsillo. Se han puesto tan contentos cuando he comprado algo que me han hecho regalitos.
Cultura para todos, en su horario habitual de las tres de la mañana.

martes, abril 19, 2005

Hay dos cosas que cada vez me cuestan más esfuerzo. La primera es aceptar con una sonrisa los buenos consejos, valoraciones (y comentarios en general), acerca de cómo vivo. Y luego está la desgana que me da empezar a leer una novela, especialmente si ha sido escrita en los últimos años. Excepto si se trata de género policíaco.

Menos mal que me quedan:
Donna Leon, Henning Mankell y, sobre todo y por encima de todos, Andrea Camilleri. Qué grande es este hombre.
Brunetti, Wallander y el gran Montalbano, sus creaciones, detectives de ficción, nunca me han aburrido. Cada cual tiene su interés: el primero, porque Venecia es un escenario fabuloso (una ciudad donde la policía va en lancha siempre anima la narración). En cambio, la Escania de Wallander es un lugar perfecto para mostrar toda esa desolación escondida bajo la civilizada superficie sueca (y europea). Y finalmente, lo mejor de lo mejor, el comisario Montalbano en su Sicilia, con quien se comprende más y más de la humana naturaleza, de sus trampas, miserias y carcajeantes ironías.

lunes, abril 11, 2005

Y ahora, una noticia de indudable utilidad. La nueva colección de deuvedés "Días de cine" saca su primera entrega, que consiste en tres increíbles películas por 10 euros de nada, que son:

La reina de África, una verdadera joya, con unos protagonistas insuperables y un sentido del humor genial: siempre me harto de reír viendo a Humphrey Bogart imitando a los hipopótamos.

Ser o no ser, la comedia, clásica, dirigida por Lubitsch, una de mis películas favoritas de todos los tiempos, compendio de todo lo que hace a una comedia verdaderamente divertida: diálogos ocurrentes, réplicas precisas, y un enredo lo más chocante posible que se desarrolle con perfección de mecanismo de relojería. La he visto unas cien veces y me entusiasma. Es una lástima que esta copia no traiga la versión original, sigh.

Y además, La vida de Brian, excelente remedio para cualquier forma de embotamiento mental. Los Monty Python en su plenitud, el absurdo y el humor desbordado junto a la crítica mordaz. La típica película que da pie para soltar frases en clave, que sólo entenderán quienes también la hayan visto. Oh, mis piernas están turbias y mis ojos temblorosos.

Una verdadera Ganga, oigan!. Aunque me ha tocado irme a buscarla al más grande y variado quiosco de prensa (y librería) de la ciudad - los grandes almacenes-, ha valido la pena.