viernes, septiembre 29, 2006




Évora, y el Alentejo en general, lugares que les recomiendo visitar. Hay pueblos preciosos, donde te cubren de panfletos en la oficina de turismo, y se ofrecen a explicarte las pinturas de la iglesia. Y también hay lugares más turísticos, donde los autobuses sueltan a los viajeros para el recorrido habitual; pero sigue habiendo cierta tranquilidad y vida propia en cuanto pasa la avalancha. Es bonito, además, practicar un poco el portugués y comprobar que, aquí en el sur del país, mi acento puede pasar, y puedo decir algo más que "bom día" antes de que descubran que soy de fuera.

El otoño se presenta propicio para los viajes.

domingo, septiembre 24, 2006

Las cosas normales, una columna de Antonio Martínez, en el suplemento "Domingo" de El País.
El último párrafo es el que me ha dado la media sonrisa del que concuerda con lo que lee. A veces las obviedades hay que decirlas en voz alta (y las veces que haga falta) para que sean perceptibles. Y dice así:

Después tenemos otra consideración: alguna vez he hecho el ejercicio de salir a la calle en hora punta, en el centro de Barcelona o de Madrid, y contar el tiempo que pasa antes de que me cruce con alguien con el aspecto de Ángel Acebes, Eduardo Zaplana y Mariano Rajoy. A veces quince minutos, a veces media hora, a veces solo los ves en los escaparates. A veces uno se engaña a sí mismo, y le parece que lo que le rodea es lo normal. No, hijo, no. En algún momento hay que desengañarse: el patrón de la humanidad no es uno mismo, y los demas son ejemplares defectuosos de ser humano. No es así. No hay gente normal y gente anormal, ni ideas normales e ideas anormales, paranormales o subnormales. Hay ideas distintas y personas distintas. Lo mayoritario no es lo normal. Es lo mayoritario. Una vez uno asume eso, tiene muchos números para ser, no sólo una persona tolerante, sino incluso, un demócrata. Ánimo.

domingo, septiembre 17, 2006

1) El libro que estaba leyendo ha resultado gustarme bastante, aunque las primeras partes (la cerveza y el vino) me parecieron de un estilo flojo, de divulgación muy ligera, quizás porque no me descubrieron nada que no supiera (y tampoco soy una autoridad en el antiguo Egipto y Mesopotamia). Si ustedes no saben qué es una tablilla cuneiforme, pueden averiguarlo tangencialmente leyendo este libro (aunque seguro que hay maneras mejores de enterarse de cómo se originó la escritura).
Pero, llegando a los licores, el asunto se vuelve interesante, y el capítulo sobre el café como bebida, y los cafés como lugares donde hacer política y negocios, me ha encantado. Seguramente porque no sabía casi nada acerca de los cafés de Londres y París y sus orígenes; un tema de lo más interesante.
Así que, finalmente, me ha parecido un buen entretenimiento y me ha despertado ganas de leer otras cosas.
En esta crítica de El País, en cambio, vienen a decir que no es para tanto.

2) Lo próximo que pienso leer es de Slavoj Zizek y se titula Lacrimae Rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio. Simplemente porque está disponible en la biblioteca pública. En realidad yo buscaba Bienvenidos al desierto de lo real, pero no me voy a ofuscar porque no esté.

3) Esta semana me voy de viaje. Estaré por aquí y espero volver con un tipo distinto de cansancio...

martes, septiembre 12, 2006

"El ron también se volvió popular entre los marineros, y desde 1655 se adoptó como sustituto de la tradicional ración de cerveza en los barcos de la Royal Navy en el Caribe. En un siglo se había convertido en la bebida preferida de la marina durante las travesías largas. Sin embargo, sustituir el habitual galón de cerveza floja y perecedera por la media pinta de ron tuvo las previsibles consecuencias sobre la disciplina y la eficacia, y llevó al almirante Edward Vernon a dictar la orden de que el ron debía mezclarse con dos pintas de agua. Diluir el ron no afectaba a la cantidad total de alcohol consumida, aunque hacía que los marineros tuvieran más inclinación a beber el agua, de otro modo desagradable, disponible a bordo de los barcos. Lo que demostró ser mucho más importante fue la idea de Vernon de añadir azúcar y zumo de lima a la mezcla para hacerla más apetecible. Había inventado un primitivo cóctel que fue bautizado de inmediato en su honor. El apodo de Vernon era Old Grogram, porque llevaba una capa impermeable hecha de grogram, un tejido tosco endurecido con goma. Su nueva bebida pasó a conocerse como grog."...


Tom Standage, La historia del mundo en seis tragos (De la cerveza de los faraones a la Coca-Cola), ed. Debate (2006)
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Añadido: para leer un fragmento mayor.