martes, junio 27, 2006

A medida que pasaba el tiempo, una y otra vez salpicado por mis vueltas a su Historia, empecé a experimentar hacia él un sentimiento de cordialidad, incluso de amistad. Me resultaba difícil prescindir ya no tanto de su libro como de su persona. Un sentimiento complejo que no sabría describir fielmente, pues se trata de sentirse próximo a alguien a quien no conocemos personalmente y que, sin embargo, nos cautiva y atrae con una actitud hacia los otros y una manera de ser tales que allí donde aparece enseguida se convierte en germen de una comunión entre los hombres, en ese fermento que la crea y cimenta.
Heródoto es hijo de su cultura y de ese clima de buen talante hacia la gente que ésta se ha forjado. Es una cultura de largas y hospitalarias mesas, a las cuales, en tardes y noches cálidas, se sientan muchas personas juntas para comer queso y aceitunas, tomar vino fresco y hablar. Ese espacio abierto, sin paredes que lo limiten, en la orilla del mar o en la falda de una montaña, es precisamente lo que libera la imaginación humana. El encuentro brinda a los contadores de historias una oportunidad para lucirse, para improvisar torneos espontáneos en los que acaban llevando la voz cantante aquellos que saben contar la historia más interesante, relatar el acontecimiento más extraordinario. Los hechos se mezclan con las fantasías, se confunden los lugares y los tiempos, nacen las leyendas y los mitos...

El taller del griego, p. 201

Viajes con Heródoto, Ryszard Kapuscinski (traducción de Agata Orzeszek) Ed. Anagrama, 2006

lunes, junio 19, 2006

He recibido un regalo estupendo, de ésos tan buenos que parecen hechos a medida, de ésos que parecen estar esperándote:


Y todo gracias a esa persona que vive conmigo, y que encuentra en un quiosco, en la otra punta del país, estas dos películas, y me llama por teléfono para preguntarme si las quiero, porque le parece una ocasión estupenda y sabe que me encantan.
Por si alguien puede aprovecharlo, se encuentran al módico precio de diez euros, en una colección llamada "Días de cine".

Especialmente, Las vacaciones de M. Hulot es una película que me hace reír hasta que se me caen lagrimillas y me pone de un buen humor enorme. Genial, original y graciosísima, puedo verla montones de veces, en uno de esos ciclos compulsivos que me dan y me hacen temible (así que el que me compren Dos películas de Tati puede ser aún peor para el donante).

Y es la primera foto hecha con mi nueva cámara que pego aquí. Otra ocasión más que celebrar.

sábado, junio 17, 2006

Vuelves a viejos lugares conocidos y, al pronunciar sus nombres, al hacerlos rodar en la boca, se quiebra una cáscara y despierta la conciencia del recuerdo, que es a la vez extrañamiento: Yo Una Vez Fuí De Aquí.
Es raro el regusto de la toponimia en el paladar.

viernes, junio 02, 2006

Con el pie en el estribo (salgo mañana mismo de viaje, y muy temprano), respondo a otro emplazamiento: desde Doceava Noche, me piden que declare qué trío, de libros, discos, películas, me ha impresionado o me parece más importante en mi vida (que, sin duda, sería inconmensurablemente más triste sin estos tres elementos).

1) La Isla del Tesoro es un libro fenomenal, pero me apetece elegir otro de mis libros fundamentales: Ensayos, de Michel de Montaigne (la traducción y edición tiene que ser la de Mª Dolores Picazo y Almudena Montojo).
Decidir ha sido más fácil de lo que creía, simplemente es el libro que tengo, como reserva, en mi mesita de noche desde hace unos catorce años: cuando no tengo nada que leer, no desespero, tengo a mi Montaigne (y siempre que lo releo me vuelve a encantar)

2) El disco, sin duda, es London Calling, de The Clash. Sin comentarios.

3) La película que siempre me impresiona, y que necesito volver a ver de vez en cuando (para comprobar que me sigue impresionando) es El Padrino. Y es, quizás, la única excepción que admito en mi absoluta convicción de que John Ford Es El Mejor Director Del Mundo. Y Billy Wilder se sienta a su derecha.
(En ésto soy radical)

Se supone que tengo que enganchar a otros tres en esta cadena, así que quedan emplazados Cisne Negro, el señor Otis B. Driftwood, y, además, Carmen, que pueden contestar o no, según les apetezca.

Y ésto me viene muy bien para evitar despedirme a la francesa, así que les digo a todos: Hasta pronto.