jueves, octubre 02, 2003

En días de lluvia apetece más leer novelas de detectives: nada como seguir una trama, acompañando al investigador mientras escucha a los testigos o recoge pruebas, sentados en nuestro sofá, sabiendo que afuera está cayendo una tromba de agua, mmm.
Así que estoy leyendo unos relatos protagonizados por el juez Di, en la China del siglo VII. La primera entrega se titula Tres cuentos chinos, y ahora voy por la segunda, El monasterio maldito. Su autor es Robert Van Gulik, y se publican en Edhasa formando una Serie (el precio me parece exhorbitado, pero bueno, yo no los pienso comprar)

Desconozco si la ambientación está lograda o no, pero al menos resulta creíble para los legos en la materia. Y los personajes se desenvuelven bien, la sociedad aparece coherentemente retratada, el juez y su ayudante-guardaespaldas forman un gran equipo, y los secundarios dan su toque de realismo, a veces un poco sórdido.
La historia es de las clásicas del "¿quién lo hizo?", que siempre me enganchan, aunque se enreda demasiado en la descripción de los lugares, los edificios, las habitaciones, lo que ralentiza el buen ritmo de la trama. A veces vendría bien un plano del lugar, un mapa de la región, para los pobres lectores que, como yo, carezcan de visión espacial.

Recomendable para todos los que se divierten con las clásicas aventuras de Sherlock, por ejemplo. Nadie iguala al Detective, (véanlo en Eureka, dijo Sherlock )pero con algo tenemos que entretenernos. Y sigue lloviendo.

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