jueves, noviembre 18, 2004

Pocas personas sabían algo de Basil, y no porque fuera insociable, ni mucho menos, pues si cualquier desconocido hubiera penetrado en sus habitaciones, le habría entretenido con su charla hasta el día siguiente. Pocas personas le conocían, porque al igual que la mayoría de los poetas, podía pasarse sin los demás. Acogía una fisonomía humana con el mismo agrado con que podía acoger una repentina mutación de color en una puesta de sol, pero no sentía la necesidad de acudir a las reuniones, del mismo modo que no experimentaba el menor deseo de alterar las nubes del ocaso.
El Club de los Negocios Raros, G.K. Chesterton

miércoles, noviembre 10, 2004

Mientras espero que llegue el camioncito de la mudanza, sin ordenador propio, ni libros propios, y sin internet, aprovecho la biblioteca pública de este mi nuevo lugar de residencia, y utilizo un ratito de internet (servicio gratuito, pero limitado). Con tanto trajín de acomodarme, apenas si he tenido tiempo de leer, pero he aquí los libros que llevo empezados:
1) Las vidas de Miguel de Cervantes, de Andrés Trapiello
2) El mal de Montano, de Enrique Vila-Matas
3) Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, de Álvaro Mutis (éste lo dejé por la mitad la última vez, así que me quedan por lo menos cuatro novelitas más por leer: es un tomazo contundente, con todas las novelas de este personaje que me gusta tanto)

Intento mantenerme al tanto de lo que cuentan en los blogs que solía leer, pero no doy abasto, y me está entrando síndrome de abstinencia: yo ya usaba internet para casi cualquier consulta, curiosidad o búsqueda. Ahora me encuentro incapaz, falta de recursos ante cualquier pequeña indagación: ya ni me planteo intentarla por los medios más corrientes, la mayoría de las veces abandono ante la perspectiva de asaltar la biblioteca en busca de diccionarios, guías, enciclopedias, boletines y demás. Qué difícil es resolver una duda al momento, por mucho compendio del saber que se tenga a mano.

No tengo más novedades que aportar, ni tiempo de enfrascarme en reflexiones: mi tiempo de conexión casi expira (qué dramático es decir que una hora expira, qué expresión tan barojiana, por otra parte).