miércoles, septiembre 22, 2004

He leído en la prensa que sale a la venta una nueva versión, ampliada (y conmemorativa), de uno de los mejores discos de rock que jamás haya escuchado. Porque The Clash tienen una discografía como para dar aullidos de entusiasmo, pero London Calling es leyenda.
La noticia me ha parecido un gancho para vendernos un disco que ya tenemos, con la excusa de la reedición, los añadidos y el dvd. Pero ya se sabe que no tenemos voluntad. Y total, yo jamás tuve ese disco en un formato ideal, precisamente, aunque las cintas de casete grabadas fueran el modo normal de escuchar música por aquel entonces (buah, me hago vieja)
Y me voy a escuchar el disco, otra vez y otra vez, que me ha dado un ataque de nostalgia. Sigh.

martes, septiembre 21, 2004

Algunas cuestiones técnicas y dejo la persiana a medio cerrar.

1) Mozilla está bien y me gusta, pero me quedo con mi Avant Browser de siempre. La inercia es imbatible como consejera.

2) Al sobrepasar los cien blogs en el listado de Bloglines, he decidido que está muy bien leer cada vez más cosas (y más variadas), pero mi tiempo es limitado. Así que voy a parar de añadir (ésto seguramente acabe siendo más un buen propósito que una decisión)

3) Me voy de viaje la semana que viene. Como no tengo cámara digital, ni escáner, ni habilidades, les evitaré el verme hinchándome de pastelitos vieneses o en cualquier otra actitud poco edificante.

martes, septiembre 14, 2004

Un nuevo cuento que queda almacenado en las bodegas, listo para ser escanciado y disfrutado: Jack O'Lantern, el hojalatero que engañó al diablo, un cuento del folklore irlandés.

viernes, septiembre 10, 2004

Esa tarde en particular, aunque no fuese recordada por nada más, sería recordada en el lugar por la extraña puesta de sol. Parecía el fin del mundo. Todo el cielo parecía cubierto por un plumaje vívido y palpable; podríamos decir que el cielo estaba lleno de plumas, y de plumas que casi rozaban la cara. En la mayor parte de la bóveda, eran grises, con los más extraños matices de violeta y malva y un rosa nada natural o verde pálido; pero, hacia el oeste, el conjunto, transparente y apasionado, sobrepasaba la descripción, y las últimas plumas color rojo-cálido tapaban el sol, como si fuese algo demasiado bueno para verse. Estaba, todo ello, tan cerca de la tierra que expresaba nada menos que un violento secretismo. La misma esfera celeste parecía ser un secreto. Se expresaba esa espléndida pequeñez que es el alma del patriotismo local. El cielo mismo parecía pequeño.

This particular evening, if it is remembered for nothing else, will be remembered in that place for its strange sunset. It looked like the end of the world. All the heaven seemed covered with a quite vivid and palpable plumage; you could only say that the sky was full of feathers, and of feathers that almost brushed the face. Across the great part of the dome they were grey, with the strangest tints of violet and mauve and an unnatural pink or pale green; but towards the west the whole grew past description, transparent and passionate, and the last red-hot plumes of it covered up the sun like something too good to be seen. The whole was so close about the earth, as to express nothing but a violent secrecy. The very empyrean seemed to be a secret. It expressed that splendid smallness which is the soul of local patriotism. The very sky seemed small.
The Man Who Was Thursday G. K. Chesterton

Esta es una buena descripción de un atardecer (probablemente con algún error de traducción, culpa mía y sólo mía), que puede ser adecuado para estas fechas. Están los cielos revueltos.
Siempre me ha parecido que transmitir las impresiones ante un paisaje o un estado de la atmósfera, es bien difícil y que, a menudo, se cae en la cursilería, en lo tópico, o en lo grandilocuente. Bueno, Chesterton siempre fue un exaltado, pero a mí me gusta.
Si saben de algún pasaje descriptivo estupendo, no se priven de participar, como en un juego: proponga un paisaje...

lunes, septiembre 06, 2004

Música, internet y propiedad, un interesante artículo de Manuel Castells, que abunda en el tema del libro Cultura Libre o Liberen la cultura de Lawrence Lessig (en este enlace puede descargarse la traducción, lista para leer, de la obra completa, copyleft). He leído el libro, y me ha parecido interesante, sobre todo esa panorámica histórica que hace sobre inventos, desde la radio FM al vídeo, que causaron tan malas reacciones en los detentadores del monopolio de derechos de autor.
Es muy interesante el aviso acerca de que el dominio público se ve cada vez más reducido e incluso corre peligro de desaparecer, ya que cada vez se prorrogan más los derechos de autor: tal como están las cosas, hay que remontarse a autores de antes de los años treinta para poder publicar sus obras libremente. El llamamiento a cambiar de mentalidad y defender el patrimonio cultural de todos es lo más útil del libro. Porque, por lo demás, está escrito desde y para una óptica estadounidense, basándose en los precedentes legales y demás detalles de su cultura. Claro que éso es lo habitual en otros ensayistas del país, incluído Michael Moore, y nadie lo encuentra extraño.

El caso es que, ahora que lo tengo impreso, creo que contribuiré a su difusión prestándolo, tal como permite la licencia: atentos, que dentro de poco necesitaremos permiso escrito del autor para prestar sus obras, porque ¿Qué se ha creído, que al comprar un libro o un disco adquiere derecho a usarlo como le plazca?, pues no, nada de éso.
Mi pesadilla futurista favorita no tenía exactamente este aspecto, pero se le parece bastante. Fahrenheit 451, cómo has cambiado y qué miedo me das.

miércoles, septiembre 01, 2004

Desde sueño me condujo a La peor banda del mundo. El quiosco de la utopía, un cómic de José Carlos Fernandes, lleno de referencias literarias a ritmo de blues: de Borges a Kafka, pasando por Pessoa.
Evidentemente, es melancólico. Pero me gustó muchísimo, porque también tiene esos reflejos de surrealismo en medio de la cotidiana burocracia. Y el dibujo, en tonos sepia, de película antigua, de hombres con traje y sombrero y rostros característicos, de tranvías, de calles de expresionismo lisboeta.
Y siempre se puede jugar a buscar las referencias, en los nombres de las tiendas, en los carteles de las calles. Leopoldo e Isidoro Nazca pasando ante el establecimiento llamado "Funes, souvenirs". Jéjé. Ese joven kafkiano aquejado de irrealidad crónica.
En fin, con lo mal que ando de dinero (como siempre) y ahora tendré que comprármelo. Sigh.
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Discos que estoy escuchando (con gusto):
1) Tyrannosaurus Hives, The Hives
2) Permission to land, The Darkness
3) Splinter, The Offspring
4) Take a Break, Me First & The Gimme Gimmes
5) Bring Em In, Mando Diao