Opciones:
1ª opción: Releer.
Es como elegir un camino conocido, una calle que nos gusta recorrer. Sabes lo que vas a encontrar, aunque tienes la esperanza de percibir algún nuevo detalle, un rincón encantador que no te llamó la atención la vez anterior que pasaste por allá. Releer es, en definitiva, no querer afrontar riesgos, pedir el sabor de helado que ya sabes que te gusta, un valor seguro.
2ª opción: La libreta
Yo soy de esas personas (no tan raras!) que tienen una libreta donde anotan títulos que vieron reseñados en un periódico, en un blog, en una revista. Y luego me dedico a buscarlos, hojearlos y decidir si me apetece o no ponerme a leerlos. Muchas veces es que no, pero hay ocasiones en que la libreta me salva de momentos anodinos en que no sé que leer. He observado que, cuanto mayor es la resistencia a empezar un libro, cuanto más indolencia se tiene, más grande es luego el entusiasmo. Y el agradecimiento a quien se molestó en recomendarlo.
3ª opción: La aventura
Meterse en una biblioteca pública y escoger una novela de lomo nuevo de la letra C, de la que no sé nada. Entrar en una librería y dejarse marear alegremente por las mesas de novedades, luego revolver los pasillos, enfangarse en búsquedas insensatas, preguntar a los empleados por lo nuevo de un escritor muerto a ver qué cara ponen. Incluso es posible dejarse aconsejar por el librero, si es de confianza, porque tener un librero de cabecera es una suerte loca (por desgracia, ahora mismo no tengo esa suerte, pero sigo confiando en merecerla)
4ª opción: Los obsequios
Sabiendo que te gusta leer, la gente te regala libros, con buena intención (suponemos). A veces son engendros que te cortan la sonrisa de agradecimiento nada más abrir el papel de regalo, y te cuesta un horror mantener la compostura (y la amistad). Pero hay otra gente que te conoce como si te hubiera parido, y te regala el libro oportuno y perfecto. O incluso puede recibirse una bendición de un casi desconocido en forma de libro, porque también hay casualidades afortunadas.
5ª opción: La charla
Una buena conversación con otros lectores te abre nuevas perspectivas. No sólo son otros gustos, es mucho más: a veces surgen mundos nuevos, autores que sorprende a todos que no conozcas, países enteros por explorar. Y te sientes ignorante y fascinado, como un recién llegado a las puertas de un paraíso.
Quien nos descubre a un autor que se convierte en uno de nuestros favoritos nos deja en deuda por siempre, predispuestos a escucharle cualquier consejo, cualquier cosa que diga: en nuestra mente ha entrado en la dimensión mítica del que abre puertas a otros mundos.
Hace 1 semana