sábado, febrero 02, 2008

The Doctor...

He visto ya la tercera temporada de Doctor Who, definitiva y demoledoramente genial. Y ahora tengo que reconocer que creía que, llegados al final de la segunda temporada, había visto lo máximo que podía dar de sí la serie. Creía que ese final, culminando en una despedida conmovedora (esa frase "estoy quemando un sol, sólo para decirte adiós") era insuperable. Después de habernos destrozado los corazones (los dos, y aún un tercero, si lo tuviéramos), sigue en marcha el Doctor, atravesado por más tristeza aún, con la misma despreocupada melancolía que es marca de la casa desde el principio. La tercera temporada, contiene menos aventura rocambolesca (dentro de lo que cabe), y más introspección, es más tétrica incluso. Seguramente ayuda que la nueva acompañante sea una médica, una mujer más formada, más madura que la joven y emocional Rose, que ocupó el puesto en las dos temporadas anteriores. Por más que Rose tuviese el encanto de chiquilla de barrio, que lo mira todo con ojos nuevos e ilusionados, y anima incluso los momentos más sombríos del Doctor, me gusta Martha Jones, la nueva acompañante: ella exige explicaciones, toma decisiones, es consciente de más detalles. No es una seguidora, es una acompañante de verdad.
Es increíble cuánta energía, cuánta iniciativa, cuánto ingenio desplegados (en esta serie es raro el episodio en que no haya unas carreritas, de hecho "corred" debe ser la palabra que más se dice). Qué grandes dramas, qué deliciosas comedias, siempre desarrollándose en el filo del fin del mundo (literalmente).

Mis capítulos favoritos suelen ser los de ambientación histórica, los encuentro divertidísimos (a veces inquietantes también). Y me gusta especialmente el que se titula La chica de la chimenea (segunda temporada), porque es, al mismo tiempo, una historia de terror con autómatas, y una reflexión sobre la percepción del paso del tiempo, la vejez y la muerte. Así de tremendo.
También me parecen muy entretenidos los episodios shakespearianos o victorianos (con los mismísimos Shakespeare y Victoria, respectivamente, claro), y los considero verdaderos ejemplos de frikismo histórico, selectos bocados para divertirse.

En fin, creía que nunca volvería a experimentar semejante devoción por una serie, desde que pronuncié aquel "Joss Whedon is my master now". Pero soy inconstante, voluble, y he encontrado un nuevo objeto de adoración, que hace que siga cada capítulo con ansiedad, que ría enloquecidamente y llore desconsoladamente, ante el asombro y la compasión de los no contagiados. Los tres capítulos finales de la temporada del 2007 (no desvelaré ni media palabra) son tremendos: me han llevado por la angustia de ver a los héroes de la historia en la más abyecta derrota, a la espera de esa milagrosa salvación final, que se demora y se demora. Éso es suspense... sabemos qué va a pasar, pero ignoramos todo sobre el cómo.

Así que les aconsejo que vean la serie (aunque sólo sea por acompañarme en la adicción), y que empiecen por la primera temporada del 2005, necesaria presentación de lo que se avecina en las siguientes. Vale la pena. Y mi más rendido agradecimiento a los subtituladores, sin cuyo talento mi disfrute sería imposible (no creo que me lean, pero tengo que dejar constancia)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te doy toda la razón palabra por palabra... además que bien dicho

Ya viste el especial "children in need"?

http://elforastero.blogalia.com/historias/53616

Y el capitulo de navidad, el primero de la nueva temporada? pues que siga la emoción que esta serie despierta :)

Anónimo dijo...

¿el capítulo de navidad Titánico, con Kylie Minogue?, no, aún no lo he visto!
Pronto, muy pronto será mío, mwahhahaha
saludos