martes, mayo 22, 2007


Al pueblo no le gusta la mala literatura. Le gusta, sí, literatura de cierto género, y le gusta, aun cuando sea mala, con preferencia a la de otro género, aun cuando ésta sea buena. No veo en ello nada de absurdo; la línea divisora entre diferentes tipos de literatura es tan real como la que separa el llanto de la risa; y decir a gentes que no pueden obtener más que comedias malas, que ponéis a su disposición una tragedia de primer orden, es como ir a ofrecer a uno que tirita bebiendo café caliente un helado de clase indudablemente superior.
Si al público común y corriente le disgustan las exquisiteces modernas, no es porque sean buenas o sean malas, sino porque es otra cosa lo que apetece. Si a estas gentes hacinadas en calles imposibles y hambrientas de aventura y secretos violentos les vamos a preguntar qué prefieren, una buena novela policíaca como
Estudio en escarlata, o la Autobiografía de Mark Rutherford, que es un excelente monólogo psicológico, indudablemente se pronunciarán por la novela. Pero no a causa de que la Autobiografía sea un excelente monólogo, sino porque, con toda evidencia, es una mala historia de detectives...

Capítulo V. La Gran Popularidad.
Charles Dickens, de G. K. Chesterton. Traducción de Emilio Gómez Orbaneja (editorial pre-textos)

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