Contemplando las cosas con cierta perspectiva, los inconvenientes del trabajo, los bajos sueldos y otras miserias inherentes al sistema, no son nada, comparados con la posibilidad de tomarse una cervecita en una terraza.
El primer día en que te atreves a llevar manga corta, en que no llevas calcetines gordos. Ese placer del cuerpo reconquistando el aire libre, ese expandirse la piel, respirar los poros, esa voluptuosidad del cambio de temperatura, de luz.
Oler las frutas nuevas en el mercado. Ver mudar de colorido a los maniquíes en los escaparates. Flores, gafas de sol, piernas al aire.
Qué más se puede pedir, si además es viernes.
Hace 1 semana
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