miércoles, julio 07, 2004

Ya no soy capaz de leer en los trenes. Como mucho, una revista. Deben existir niños educados (y silenciosos), pero nunca van en mi vagón. Las pandillas de adolescentes son especialmente invasoras (creen que sus comentarios y risitas son de relevancia mundial y nadie debe perdérselos, claro). Respetar el silencio ajeno ya no se lleva.
Recuerdo que leí "La llave de cristal" en un viaje, y en la vuelta, "Cosecha roja" y que me pareció muy propio leer a Dashiell Hammett en un tren. De éso hace la tira de años.
Ahora mismo, si tengo que viajar, me preocupa más que se me acabe el agua que agotar el material de lectura.

Y ya he vuelto de otro de mis viajes de compromiso. Uno de estos días quizá consiga hacer un viaje para mi propia diversión, que ya ni recuerdo cómo eran.

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