viernes, enero 09, 2004

No hay en la tierra un asunto sin interés; lo único que puede existir es una persona no interesada. Nada es más necesario que la defensa de las personas fastidiosas. Cuando Byron dividió la humanidad entre fastidiosos y fastidiados, omitió reseñar que las más altas cualidades residen íntegramente en los fastidiosos, y las cualidades inferiores, en los fastidiados, entre los que él se contaba. El fastidioso, por su brillante entusiasmo, su solemne felicidad, puede, en algún sentido, resultar poético. El fastidiado resulta seguramente prosaico.
Indudablemente, podemos considerar como un fastidio contar todos los tallos de las hierbas o todas las hojas de los árboles; pero no será porque seamos atrevidos y alegres, sino por nuestra falta de ánimo y alegría. El fastidioso seguirá adelante, enérgico y festivo, y le parecerán los tallos de las hierbas tan espléndidos como las espadas de un ejército. El fastidioso es más fuerte y más animoso que nosotros; es un semidiós y, si se quiere, un dios. Porque son los dioses los que no se cansan de la repetición de las cosas; para ellos el anochecer es siempre nuevo, y la última rosa tan encarnada como la primera.


Así empieza uno de los capítulos de "Herejes", el libro de ensayos que G. K. Chesterton dedicó a disentir con algunos de los grandes autores de su tiempo. Concretamente este se titula "Sobre Mr. Rudyard Kipling y la pequeñez del mundo". Es un libro lleno de contundentes argumentos, razonado y divertido, por más que no se compartan las tesis del autor.

Aquí puede leerse el ensayo en inglés.
Y, de paso, vuelvo a enlazar al G.K. Chesterton's blog.

Todo esto viene a cuento, porque me apetecía hacer un Elogio del Entusiasmo; siempre es mejor recurrir a quien lo haya hecho antes.
Y es que parece que mostrar entusiasmo te convierte en una persona infantil y un poco tonta: se ve que las personas maduras e inteligentes jamás encuentran nada más allá de aceptable, y viven en un perpetuo desdén por todo lo que las rodea. Yo soy incapaz de pasarme la vida poniendo mohínes, tolerando, todo lo más, algunas diversiones lenitivas, con aire de resignación.
Voy a reírme, vocear, pelear, burlarme y mostrar el más fervoroso entusiasmo, cada vez que me surja la ocasión. Éste sí que es un propósito de Año Nuevo que seguramente cumpliré.

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