domingo, enero 19, 2003

Domingo por la tarde: una vez leídos los periódicos, sólo queda vaguear en el sofá, buscar algún vídeo que apetezca ver y entregarse a la molicie. Y es que los domingos nunca me han gustado, así que procuro sobrellevarlos ignorándolos, fingiendo que son un día cualquiera, un día ocioso por decisión propia. Tomo el control de mi propio tiempo, ordeno mi propio calendario (aunque sólo sea en el terreno de mi imaginación). Y es que detesto que me obliguen a la inactividad, que me fuercen a hacer fiesta, incluso más de lo que odio que me obliguen a hacer algo.

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