Un lector habitual que no encuentra qué leer, vagabundea por las bibliotecas, por las librerías, igual que un perro sin dueño se acerca, renuente, a husmear las rodilleras del pantalón de algún desconocido. Qué buscamos entonces, en qué libro acabaremos encallando después de estar a la deriva, es difícil saberlo. Un color en la portada, la promesa de repetir viejos sabores, la desesperación por leer ya cualquier cosa, por echar mano de los clásicos que nunca nos defraudan, de nuevo.
En resumen, fatigar anaqueles, que dicen los pedantes.
Hace 2 días
1 comentario:
Nos estamos quedando sin ministros para el gobierno ideal. Tú que sabes escribir deberías decir algo.
P.D. ¿Qué hay de esas fotos?. Un saludo
Cande
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