viernes, junio 22, 2007


Pero aún nos queda por andar un largo camino hasta que podamos comprender de nuevo a Dickens. El camino sigue una caprichosa vereda inglesa, una de esas veredas llenas de revueltas por donde pasa Mr. Pickwick. Pero al menos una parte de la lección de Dickens es que la camaradería y la seria alegría no son intermedios en nuestras jornadas; que más bien nuestras jornadas son intermedios en la camaradería y la alegría, las cuales, a través de Dios, han de durar para siempre. La posada no lleva al camino: es el camino el que conduce a la posada. Y todos los caminos llevan a una última posada, donde hemos de reunirnos con Dickens y todos sus personajes, y cuando juntos bebamos de nuevo, será el vino de las grandes garrafas de la taberna del fin del mundo

Capítulo XII. Nota sobre el futuro de Dickens.
Charles Dickens, de G. K. Chesterton. Traducción de Emilio Gómez Orbaneja (editorial pre-textos)
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Así termina este ensayo. Dan ganas de gritar "aleluya" y salir a echar un trago. Hay momentos en que la exaltación chestertoniana pueden compartirla hasta los ateos recalcitrantes, y quizás también ayude que hoy es el primer viernes del verano.

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