Las cosas normales, una columna de Antonio Martínez, en el suplemento "Domingo" de El País.
El último párrafo es el que me ha dado la media sonrisa del que concuerda con lo que lee. A veces las obviedades hay que decirlas en voz alta (y las veces que haga falta) para que sean perceptibles. Y dice así:
Después tenemos otra consideración: alguna vez he hecho el ejercicio de salir a la calle en hora punta, en el centro de Barcelona o de Madrid, y contar el tiempo que pasa antes de que me cruce con alguien con el aspecto de Ángel Acebes, Eduardo Zaplana y Mariano Rajoy. A veces quince minutos, a veces media hora, a veces solo los ves en los escaparates. A veces uno se engaña a sí mismo, y le parece que lo que le rodea es lo normal. No, hijo, no. En algún momento hay que desengañarse: el patrón de la humanidad no es uno mismo, y los demas son ejemplares defectuosos de ser humano. No es así. No hay gente normal y gente anormal, ni ideas normales e ideas anormales, paranormales o subnormales. Hay ideas distintas y personas distintas. Lo mayoritario no es lo normal. Es lo mayoritario. Una vez uno asume eso, tiene muchos números para ser, no sólo una persona tolerante, sino incluso, un demócrata. Ánimo.
Hace 2 días
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