domingo, julio 30, 2006

El curso del 88-89 es, para mí, el tiempo de los comienzos. La mayoría de edad, recién adquirida, creía yo que me daba un ímpetu especial de persona adulta, lista para tomar decisiones importantes, para romper con los restos de la pegajosa adolescencia y su peso muerto. Empezaba la vida real y estaba leyendo La isla del tesoro
Fue el primer curso en la Universidad, ese centro del saber donde nos abrirían las cabezas como melones para meternos dentro conocimientos elevados, distintos de todo lo que habíamos aprendido antes. En la decepción estaba la semilla de todo lo que aprendí en los años universitarios, las cantinas, los cafés, el cine y las conversaciones largas, larguísimas.
Entablé conversación, por primera vez, con la que luego sería (y sigue siendo) mi mejor amiga, en la cola para matricularnos. Es un gran recuerdo.
Y también recuerdo momentos de felicidad absoluta, inesperada y sin motivo aparente. Una mañana en que tenía un examen, y simplemente me tiré sobre una alfombra a escuchar la radio mientras leía algunos temas, pensando en si me presentaría o no.
A veces la felicidad es el sol en las cortinas, una temperatura suave, estar descalza en una alfombra, y tener conciencia de que eres libre de ir o no ir a cualquier parte.
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Toda esta evocación viene de una iniciativa desde Cisne Negro, quien se hunde en la nostalgia del año 1985

Vean la lista de los años evocados, que espero que se vaya ampliando...

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