sábado, julio 23, 2005

Turismo

1) Visitas un histórico monumento: lo ves por fuera y te sientas en la mejor terraza que encuentras en los alrededores. No te apetece pagar cuatro euros por ver tres salas con recreaciones de la vida medieval.
(El número de castillos y/o fortificaciones del siglo equis-i-uve al equis-uve que llevas visitados asciende a unos cincuenta, así que los muros de insólito grosor y las saeteras ya no te sorprenden tanto)

2) Las capitales europeas están llenas de museos. Salvo excepciones singulares, resulta más instructivo visitar el mercado, probar algún producto que ofrezcan por allí, y callejear luego por los alrededores (siempre que el barrio sea suficientemente seguro). Se adquiere una idea de la cultura del lugar.

3) Los edificios notorios, como las visitas obligadas, se ven una sola vez. Se cumple con el protocolo, y luego ya se es libre de hacer lo que a uno le plazca, incluyendo sentarse en un parque varias horas y ver a los niños pelearse en otro idioma.

4) Los museos poco frecuentados, igual que las tabernas al final de callejas estrechas, a veces, simplemente, quedan fuera del itinerario más concurrido. Otras veces hay buenas razones para que tengan tan poco público.

5) Las postales son un buen recuerdo. Intentar sacar una foto de un monumento grandioso con nuestra camarita playera, mientras cientos de personas se obstruyen unas a otras la visión del mismo, es una pérdida de tiempo. La fotografía tiene grandes profesionales, y los que no lo somos deberíamos comprenderlo.

Buenas vacaciones a todos, viajeros y estables.

jueves, julio 14, 2005

Se ha publicado en español la biografía de Truffaut, y alrededor de este libro, traigo un par de enlaces de interés:

1) Aquí se puede leer el prólogo y, además, escuchar un reportaje sobre el asunto, obra del programa de radio sobre cine "LoQueYoTeDiga" (de la cadena Ser). Es un programa estupendo, y sigo escuchándolo, incluso en esos horarios asesinos de "cultura para todos" en que lo emiten.

2) En la revista semanal del diario El País, hace unas semanas, venía un artículo de Javier Cercas, titulado Apología del salvaje total, que me ha recordado que algunas de esas películas me gustan (y mucho) y el porqué me gustan.

sábado, julio 02, 2005

Sin consecuencias:

1) Un anuncio de una cámara digital que graba en dvd. Un tipo está tranquilamente en su casa, una planta baja, viendo cualquier cosa en su televisor. Cuando, de repente, se le cuela por la ventana un individuo con una camarita digital, de la que saca el dvd recién grabado, lo mete en el reproductor, se sienta en el sofá y se empieza a comer las palomitas del propietario de todo lo anterior (casa, dvd, sofá y palomitas)

2) Un anuncio de una compañía de teléfonos móviles. Una señora bajo un sombrero, sentada en una hamaca a la orilla de una piscina, lee una novela. Una chica pasa comiendo un helado. Unos tipos se toman unas tapas sentados en la terraza de la piscina (éstos últimos nos resultan vagamente antipáticos). Todos ellos son golpeados sin piedad por un chorro de agua a presión. La señora pierde el apresto de su sombrero, y se le encharca la novela, la chica pierde el helado y las gafas de sol, etc. Vemos al culpable, el chaval encargado de regar el césped, distraído en navegar por internet a través del móvil, moviendo aleatoriamente la manguera.

Lo que los anuncios no muestran:

1) Al propietario de la casa agarrando al intruso y devolviéndolo a la calle (camarita incluída) de una patada, por ejemplo. O denunciándolo por allanamiento de morada, que no sé qué será peor.
2) A un nutrido grupo de clientes consiguiendo que el chico que riega el césped sea despedido (y tenga que renunciar a pagar internet en su móvil). Siempre y cuando no decidan azotarlo con la manguera, pero vamos a dejar el "fácil recurso a la violencia".