Turismo
1) Visitas un histórico monumento: lo ves por fuera y te sientas en la mejor terraza que encuentras en los alrededores. No te apetece pagar cuatro euros por ver tres salas con recreaciones de la vida medieval.
(El número de castillos y/o fortificaciones del siglo equis-i-uve al equis-uve que llevas visitados asciende a unos cincuenta, así que los muros de insólito grosor y las saeteras ya no te sorprenden tanto)
2) Las capitales europeas están llenas de museos. Salvo excepciones singulares, resulta más instructivo visitar el mercado, probar algún producto que ofrezcan por allí, y callejear luego por los alrededores (siempre que el barrio sea suficientemente seguro). Se adquiere una idea de la cultura del lugar.
3) Los edificios notorios, como las visitas obligadas, se ven una sola vez. Se cumple con el protocolo, y luego ya se es libre de hacer lo que a uno le plazca, incluyendo sentarse en un parque varias horas y ver a los niños pelearse en otro idioma.
4) Los museos poco frecuentados, igual que las tabernas al final de callejas estrechas, a veces, simplemente, quedan fuera del itinerario más concurrido. Otras veces hay buenas razones para que tengan tan poco público.
5) Las postales son un buen recuerdo. Intentar sacar una foto de un monumento grandioso con nuestra camarita playera, mientras cientos de personas se obstruyen unas a otras la visión del mismo, es una pérdida de tiempo. La fotografía tiene grandes profesionales, y los que no lo somos deberíamos comprenderlo.
Buenas vacaciones a todos, viajeros y estables.
Hace 1 semana