A continuación, el relato de un tortuoso camino y algunas coincidencias.
El artículo Lapsus linguae, J.F. Martín Seco, que se mencionaba en Libro de notas, 15 agosto, trata sobre las implicaciones y revelaciones inconscientes que implican ciertos lapsus (en especial los que deja caer cierto político estadounidense, famoso por esta faceta, por sus "bushismos").
Un par de días después, mientras revolvía en esta selva de papeles que es mi cuarto (es que intento empaquetar mis pertenencias en cajas) encontré un artículo de Manuel Rivas, titulado Nadamos en la ambulancia, nada más que del año 2001 (tengo que limpiar más a menudo), donde viene a decir que los lapsus ("bushismos", de nuevo) son el signo de un tiempo gris, de una cierta retórica... Y recomienda un libro curioso.
Un libro imprescindible para 2001 podría ser el monumental Verbalia: Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario, de Màrius Serra (editorial Península). Al hablar de los lapsus linguae hilarantes, cita dos epónimos que designan dos grandes tradiciones lapsusianas: el “spoonerism” inglés y la “piquiponada” catalana. En los dos casos tienen su origen en personajes reales. El reverendo Spooner, profesor de Oxford, fue célebre por, entre otros lapsus, confundir “a half-formed wish” (un deseo creciente) con “a half-warmed fish” (un pescado a medio cocer) durante su discurso de apertura del año universitario. En cuanto a Joan Pich i Pon, que llegó a alcalde de Barcelona, Màrius Serra cuenta que era capaz de hablar de la batalla de “Waterpolo” (de lo que deducimos: “A todo Napoleón le llega su Waterpolo”) y referirse al conflicto “nipojaponés”. Aunque su hallazgo más sublime fue el de recomendar a la gente que se tomase las cosas “en pequeñas diócesis”.
A estos dos clásicos habría que incorporar, con todos los honores, al genial Caneda, presidente de la Sociedad Deportiva Compostela. Fue la primera persona que tuvo el coraje de hacer frente al “gilismo” rampante (de Gil y Gil) con su atinado: “¡Calamidá!”. Pero genial es su serie de brillantes lapsus referidos a sucesivos avatares del equipo compostelano. Así: “No pasa nada, esto es pataca minuta”. “Nos encontramos entre la espalda y la pared”. “Vamos de caspa caída”. Y al fin: “Ahora sí que empiezan las hostialidades”.
Aunque servidor, en el régimen lapsusiano vigente, se quedaría con esta perla: “Aquí nadamos en la ambulancia”.
Así que, por este encadenamiento de circunstancias (y porque la biblioteca pública me lo permite) estoy leyendo el libro en cuestión. Y me está gustando. Al fin engancho una lectura que me entretiene el verano.
El artículo Lapsus linguae, J.F. Martín Seco, que se mencionaba en Libro de notas, 15 agosto, trata sobre las implicaciones y revelaciones inconscientes que implican ciertos lapsus (en especial los que deja caer cierto político estadounidense, famoso por esta faceta, por sus "bushismos").
Un par de días después, mientras revolvía en esta selva de papeles que es mi cuarto (es que intento empaquetar mis pertenencias en cajas) encontré un artículo de Manuel Rivas, titulado Nadamos en la ambulancia, nada más que del año 2001 (tengo que limpiar más a menudo), donde viene a decir que los lapsus ("bushismos", de nuevo) son el signo de un tiempo gris, de una cierta retórica... Y recomienda un libro curioso.
Un libro imprescindible para 2001 podría ser el monumental Verbalia: Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario, de Màrius Serra (editorial Península). Al hablar de los lapsus linguae hilarantes, cita dos epónimos que designan dos grandes tradiciones lapsusianas: el “spoonerism” inglés y la “piquiponada” catalana. En los dos casos tienen su origen en personajes reales. El reverendo Spooner, profesor de Oxford, fue célebre por, entre otros lapsus, confundir “a half-formed wish” (un deseo creciente) con “a half-warmed fish” (un pescado a medio cocer) durante su discurso de apertura del año universitario. En cuanto a Joan Pich i Pon, que llegó a alcalde de Barcelona, Màrius Serra cuenta que era capaz de hablar de la batalla de “Waterpolo” (de lo que deducimos: “A todo Napoleón le llega su Waterpolo”) y referirse al conflicto “nipojaponés”. Aunque su hallazgo más sublime fue el de recomendar a la gente que se tomase las cosas “en pequeñas diócesis”.
A estos dos clásicos habría que incorporar, con todos los honores, al genial Caneda, presidente de la Sociedad Deportiva Compostela. Fue la primera persona que tuvo el coraje de hacer frente al “gilismo” rampante (de Gil y Gil) con su atinado: “¡Calamidá!”. Pero genial es su serie de brillantes lapsus referidos a sucesivos avatares del equipo compostelano. Así: “No pasa nada, esto es pataca minuta”. “Nos encontramos entre la espalda y la pared”. “Vamos de caspa caída”. Y al fin: “Ahora sí que empiezan las hostialidades”.
Aunque servidor, en el régimen lapsusiano vigente, se quedaría con esta perla: “Aquí nadamos en la ambulancia”.
Así que, por este encadenamiento de circunstancias (y porque la biblioteca pública me lo permite) estoy leyendo el libro en cuestión. Y me está gustando. Al fin engancho una lectura que me entretiene el verano.
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