Con este frío, parece que la ciudad está hibernando, lo cual me parece estupendo para ocuparme de mis propios asuntos con la mayor rapidez: no hay que esperar colas en el mercado, apenas hay gente en ninguna parte, ni en los bares, ni en las tiendas, ni en los bancos... Así que bendigo al invierno y luego me pregunto qué ha sido de toda esa gente llena de urgentes necesidades (los señores "atiéndame a mí primero que llevo prisa") y si tan sólo con bajar la temperatura se puede vivir en un mundo libre de ellos. Ciertamente, no será tanta la necesidad de comprar, de consumir, de ajetrearse, si con un poco de frío ya podemos prescindir de todo ello.
Y yo puedo pasearme, pararme donde y cuando me plazca, burlarme del invierno con el cuello subido y la gorra calada, sentarme en los bares donde nunca hay sitio, tener la atención exclusiva de cada dependiente, charlar con cada vendedora, vivir a mi ritmo... Esto es vida.
Hace 1 semana
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