domingo, diciembre 06, 2020

mapas & doyle

 

Explora, descubre, inspira: ése es el lema de Stanfords, según me recuerda el punto de libro que conservo de alguna de mis visitas. Aunque el negocio fue fundado en la misma Charing Cross donde sobrevive Foyles, su célebre sede de Covent Garden, en Long Acre, abrió sus puertas al público en 1901. Para entonces ya se había creado una sólida relación entre la Royal Geographical Society y la librería, pues ésta producía los mejores mapas en una época en que la expansión del colonialismo británico y el auge del turismo provocaron una producción cartográfica masiva. Aunque en sus tres pisos, el suelo de cada uno de ellos recubierto con un mapa gigantesco (Londres, el Himalaya, el Mundo), encontremos también guías, literatura de viaje y accesorios, la gran protagonista del comercio es la cartografía. Incluso la bélica: desde los años cincuenta hasta los ochenta el sótano estuvo ocupado por el departamento de topografía aeronáutica y militar. Recuerdo que llegué a Stanfords porque alguien me dijo, o leí en algún lugar, que allí compraba sus mapas Chatwin. Lo cierto es que no hay registro alguno de que así fuera. La lista de clientes ilustres abarca desde el doctor Livingstone y el capitán Robert Scott hasta Bill Bryson o Sir Ranulph Fiennes, uno de los últimos exploradores vivos, pasando por Florence Nightingale, Cecil Rhodes, Wilfred Thesiger o Sherlock Holmes, que encarga en Stanfords el mapa del páramo misterioso, que le permitirá resolver el caso de El sabueso de los Baskerville.”

CARRIÓN, JORGE, Librerías. Anagrama, Barcelona. Cap. 1- Siempre el viaje.

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