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domingo, junio 14, 2015
recortes
Morse, Lewis y Hathaway, artículo de Javier Marías en El País Semanal del 7 de Junio. Parece que todo el mundo se ha fijado en la supuesta polémica con el crítico del cine, que son apenas nueve líneas. Yo me apunto la recomendación de unas novelas y su serie de tv correspondiente, Inspector Morse, y la secuela, Lewis. Lo demás, a mí plín.
viernes, junio 12, 2015
Amsterdam (2)
Continuando con el viaje, tomamos un tren de Bruselas a Amsterdam (3h) por la mañana, pertrechados con unos bocadillos, así que teníamos la tarde libre para explorar. Decidimos empezar por la clásica visita al Barrio Rojo, la zona más antigua de la ciudad. Definitivamente recomiendo visitarlo temprano por la mañana (como siempre) para evitar tanta gente. La verdad es que es una zona muy bonita, se ve en un cuarto de hora, y se puede alargar el paseo hasta Niewmarkt y tomarse una cerveza frente al famoso Waag, un edificio del s.XV situado en la plaza. Una plaza muy animada, además.
Un día fabuloso en Amsterdam sería, por ejemplo, salir temprano a ver el Rijksmuseum (hay que estar en la puerta cuando abran) y correr a la segunda planta a contemplar los famosos cuadros de Rembrandt, en especial La Ronda de Noche, antes de que lleguen las masas. No sólo es una visita obligada, es que además es una maravilla. Y hay algunos cuadros más que son de verdad dignos de verse. Las pinceladas en la manga del caballero en el cuadro de La novia judía, ya son algo que merece la pena la visita. Y todos los Vermeer.
Después de la sobredosis de arte, conviene despejarse, así que se puede ir a dar una vuelta por De Pijp, que está al lado del museo, simplemente cruzando un canal.
Como ya será la hora de comer, acercarse a Albert Cuypstraat, donde hay un mercadillo por todo lo alto, bien montado, con variedad de mercancías, pescado, flores, arenques, quesos, ropa, fruta. Hay un montón de puestos donde se puede comer algo, pollo asado, bocadillos de aceitunas y queso, gofres (cómo no!), frutos secos, zumos de frutas, y a veces tienen un espacio con bancos donde sentarse.
Si no te apetece, puedes ver los bares y restaurantes de la misma calle, o de las calles de al lado, que son muy interesantes, o en las plazas de Gerard Douplein, o Marie Heinekenplein, donde suele haber bares llenos y mucha animación.
Mi local favorito para comer o cenar está en la misma Albert Cuypstraat, y se llama Bazar. Está en una antigua iglesia, es un local inmenso, pero suele llenarse por las noches y fines de semana. La comida es abundante, los precios muy económicos, y hay carta en español. Tampoco es que sea una comida sofisticada, pero está buena. Inmensos bocadillos y ensaladas, los platos principales se sirven en una bandeja tamaño lebrillo, y una mención aparte para los baklavas, que son de los mejores que haya probado nunca.
Muy recomendable, incluso para los que no sean fans del pintor, es el Museo Van Gogh. Es algo completamente distinto de ver reproducciones. Aproximarse a una pintura desde el fondo de una sala, es alucinante, sobre todo el famoso cuadro de los cuervos sobre el campo de trigo, causa una gran sensación. Se pasan dos horas estupendamente. Creo que es el mejor museo dedicado a un solo artista que haya visto en mi vida.
Hay un montón de barrios donde las casas llevan fechas del mil seiscientos o antes, la zona antigua, y el Jordaan, una zona magnífica para pasear, con mucho encanto también (mi favorita sigue siendo De Pijp).
En cambio la zona del cinturón sur, alrededor de Leidseplein es simplemente la típica zona comercial llena de franquicias y garitos de copas, sin ninguna gracia particular. Del mismo estilo, la zona medieval alrededor de Damn (la gran plaza) también está dedicada al turismo masivo. Pero al menos, sigue teniendo edificios muy singulares.
Conviene, entonces, evitar las arterias principales, perderse en las callejuelas. Y me he dado cuenta de que es mucho mejor no visitar la ciudad, ni particularmente sus museos, en fin de semana (si puede evitarse). En general es una buena idea para casi cualquier ciudad. Aunque tampoco es que los lunes sean muy aprovechables!
Evidentemente lo más interesante es pasear, barrio a barrio, cruzar canales y más canales, esquivar bicicletas (qué peligro!, están por todas partes, y no van de paseo!), subir y bajar del tranvía, perderse por las callejuelas, curiosear las ventanas de las casas, observar la vida cotidiana. Lo mejor de la ciudad es que no es decorado, es una ciudad viva. Da una sensación muy agradable de clase media consistente y antigua, de que mientras aquí se construía El Escorial, por ejemplo, allí la gente corriente se hacía sus casas y un panadero podía permitirse que le pintaran un retrato. Allá por el mil quinientos y pico.
En resumen, Amsterdam me ha gustado a rabiar. Tal como todos mis conocidos me advirtieron que me pasaría. Soy previsible, al fin.
Un día fabuloso en Amsterdam sería, por ejemplo, salir temprano a ver el Rijksmuseum (hay que estar en la puerta cuando abran) y correr a la segunda planta a contemplar los famosos cuadros de Rembrandt, en especial La Ronda de Noche, antes de que lleguen las masas. No sólo es una visita obligada, es que además es una maravilla. Y hay algunos cuadros más que son de verdad dignos de verse. Las pinceladas en la manga del caballero en el cuadro de La novia judía, ya son algo que merece la pena la visita. Y todos los Vermeer.
Después de la sobredosis de arte, conviene despejarse, así que se puede ir a dar una vuelta por De Pijp, que está al lado del museo, simplemente cruzando un canal.
Como ya será la hora de comer, acercarse a Albert Cuypstraat, donde hay un mercadillo por todo lo alto, bien montado, con variedad de mercancías, pescado, flores, arenques, quesos, ropa, fruta. Hay un montón de puestos donde se puede comer algo, pollo asado, bocadillos de aceitunas y queso, gofres (cómo no!), frutos secos, zumos de frutas, y a veces tienen un espacio con bancos donde sentarse.
Si no te apetece, puedes ver los bares y restaurantes de la misma calle, o de las calles de al lado, que son muy interesantes, o en las plazas de Gerard Douplein, o Marie Heinekenplein, donde suele haber bares llenos y mucha animación.
Mi local favorito para comer o cenar está en la misma Albert Cuypstraat, y se llama Bazar. Está en una antigua iglesia, es un local inmenso, pero suele llenarse por las noches y fines de semana. La comida es abundante, los precios muy económicos, y hay carta en español. Tampoco es que sea una comida sofisticada, pero está buena. Inmensos bocadillos y ensaladas, los platos principales se sirven en una bandeja tamaño lebrillo, y una mención aparte para los baklavas, que son de los mejores que haya probado nunca.
Muy recomendable, incluso para los que no sean fans del pintor, es el Museo Van Gogh. Es algo completamente distinto de ver reproducciones. Aproximarse a una pintura desde el fondo de una sala, es alucinante, sobre todo el famoso cuadro de los cuervos sobre el campo de trigo, causa una gran sensación. Se pasan dos horas estupendamente. Creo que es el mejor museo dedicado a un solo artista que haya visto en mi vida.
Hay un montón de barrios donde las casas llevan fechas del mil seiscientos o antes, la zona antigua, y el Jordaan, una zona magnífica para pasear, con mucho encanto también (mi favorita sigue siendo De Pijp).
En cambio la zona del cinturón sur, alrededor de Leidseplein es simplemente la típica zona comercial llena de franquicias y garitos de copas, sin ninguna gracia particular. Del mismo estilo, la zona medieval alrededor de Damn (la gran plaza) también está dedicada al turismo masivo. Pero al menos, sigue teniendo edificios muy singulares.
Conviene, entonces, evitar las arterias principales, perderse en las callejuelas. Y me he dado cuenta de que es mucho mejor no visitar la ciudad, ni particularmente sus museos, en fin de semana (si puede evitarse). En general es una buena idea para casi cualquier ciudad. Aunque tampoco es que los lunes sean muy aprovechables!
Evidentemente lo más interesante es pasear, barrio a barrio, cruzar canales y más canales, esquivar bicicletas (qué peligro!, están por todas partes, y no van de paseo!), subir y bajar del tranvía, perderse por las callejuelas, curiosear las ventanas de las casas, observar la vida cotidiana. Lo mejor de la ciudad es que no es decorado, es una ciudad viva. Da una sensación muy agradable de clase media consistente y antigua, de que mientras aquí se construía El Escorial, por ejemplo, allí la gente corriente se hacía sus casas y un panadero podía permitirse que le pintaran un retrato. Allá por el mil quinientos y pico.
En resumen, Amsterdam me ha gustado a rabiar. Tal como todos mis conocidos me advirtieron que me pasaría. Soy previsible, al fin.
martes, junio 02, 2015
Bruselas y Amsterdam (1)
Me he pegado un viaje de los buenos, con parada en Bruselas y Amsterdam, que ha durado diez días, y anoto aquí lo que me ha parecido. Todo puramente personal.
1º. Bruselas.
Primeras impresiones.
Es una ciudad algo destartalada, caótica y absurda, un poquito como Madrid, otro poquito como París, y con un toque de Sevilla. Mención aparte para los camareros que te abordan para que entres al restaurante, en una calle de dos metros de ancho, ocupada a todo lo largo por mesas: evitad la Rue des Bouchers en hora punta (en general, evitadla). La zona típica, la Grand-Place y alrededores, es para visitarla a las 9 de la mañana, cuando están los camiones de reparto, y así disfrutar de ese rato de calma.
Hay que llevar calzado sujeto y con suela gorda, que ya se sabe que el adoquinado es traicionero, pero éste mucho más, así que cuidado con las piedras sueltas, los agujeros, los baches, los turistas comiendo gofres, el tráfico, más turistas haciéndose selfies, etc.
Es una ciudad con encanto, pero, como muchas capitales europeas, se parece mucho a toda las demás y muy poco al país que la rodea.
Qué ver.
Ante todo, hay que madrugar (como siempre). Puestos a elegir, mejor sería evitar los fines de semana (y los lunes, que cierran todo)
Musée de la Bande Desinée. A mí personalmente me gustó mucho, la exposición, el edificio, los detalles tontos que tanta gracia nos hacen a los friquis!. Me saqué foto con el cohete de 'Objetivo: la luna' que hay en el hall, claro está!
Casa Horta. Sólo abren por la tarde, así que atentos al horario y procurad estar allí antes de que abran. Aunque queda apartado del centro, los fines de semana se pone hasta arriba. Pero merece la pena si eres amante del decó y las artes decorativas, y te emocionas viendo el tirador de una puerta o el diseño de unos azulejos. La habitación de la hija del señor Horta es una maravilla con la que soñar.
Chagall. A Retrospective. Para gustos están los colores, así que para mí estar en el lugar y no ver esta exposición hubiera sido imposible. Vamos, que me gusta Chagall. Mucho. Y la exposición me pareció fenomenal, de darme ganas de echar unos bailes por las salas y dar grititos cuando ves tus cuadros favoritos. Mi acompañante no compartía mi entusiasmo y simplemente le pareció bien.
Comer y cenar.
Ante todo, hay que cambiar de parámetros y dejar de pensar en comer consistente y cenar algo ligero. Todo lo contrario, la cena es la comida principal.
A la hora de comer (hacia la 1 del mediodía) es mejor elegir un sitio donde sirvan sopas, ensaladas y/o bocadillos y dejarse de tonterías. Es lo que hacen los lugareños. Hay una cadena de locales que se llaman Exki que son apañadísimos y los hay por toda la ciudad en sitios céntricos.
Además de los omnipresentes garitos de gofres y patatas fritas para el turismo, hay restaurantes donde sirven especialidades locales, guisos de carne, carne a la parrilla, o los famosos mejillones. Los más recomendados están en la Place Ste Catherine y alrededores, y la verdad es que no tienen mala pinta. A la hora de cenar se pone animado (a partir de las siete y media de la tarde). Pero el caso es que nos gustó más una calle lateral, la Rue de Flandre, donde hay más variedad. Por si queréis probar los típicos mejillones, en Le Pré Salé salen por 23,50 una cazuela como de un kilo, y es un bar de los de toda la vida, con su azulejo y su cocina a la vista. Se llena enseguida, así que hay que ir temprano. Un sitio de comida sencilla. Otro local que nos gustó mucho en la misma calle es Chez Claude, un restaurante muy majo, con las paredes todas recubiertas de fotos, y un ambiente muy soul, la comida está bien.
Para tomarse una cerveza, la zona que más nos ha gustado es la de Saint-Géry, alrededor de un antiguo mercado reconvertido en sala de exposiciones y café. Hay unos cuantos bares para elegir, simplemente hay que darse una vuelta y elegir terraza (si el tiempo acompaña). Muchos sirven aperitivos, queso, salchichón, aceitunas, o bocadillos. El ambiente es relajado y agradable.
Curiosidades.
Es fácil entenderse con cuatro palabritas en francés, y los carteles e indicaciones vienen en los dos idiomas, pero la gente habla francés en su mayoría.
En Bruselas no sirven agua del grifo (ni tap water, ni caraffe d'eau), así que puedes dejarte una fortuna en agua mineral en los restaurantes.
Tampoco hay (casi nunca) cerveza sin alcohol. Punto negativo si viajas con alguien que no puede beber alcohol, por ejemplo.
2º Brujas y Gante
Es fácil llegar a cualquiera de estas dos ciudades desde Bruselas en tren. Brujas queda a una hora, Gante a 35min, así que se puede dedicar un día a cada una.
Brujas es otro más de esos lugares que parecen un parque temático. Muy bonito, éso sí.
Lo mejor de Brujas:
- Callejear alejándose de la zona más famosa, la Grand-Place.
- El museo Groeninge, con sus cuadros de los primitivos flamencos, una verdadera maravilla, sobre todo el emblemático del museo, esa pintura de Jan Van Eyck es algo que vale la pena verse. Espectacular. (Si no te interesa el arte, ni la pintura, ahórrate el dinero de la entrada, pero, la verdad, no entiendo para qué irse hasta Brujas y no disfrutar de nada de todo esto)
Gante
Suele gustar más, sobre todo porque es una ciudad con su propia vida, no está enfocada del todo al turismo. Incluso cuesta trabajo encontrar la oficina de turismo (está frente al castillo). Hay varios monumentos visitables, pero lo más interesante es pasearse contemplando la ciudad. Hay un local de comida rápida, de sopa, bocadillos y ensaladas, económico y bastante apetecible, Soup'r, que es muy frecuentado. Tengo la teoría de que hay que comer donde veas que comen trabajadores, de traje o de mono, y aquí había de ambos.
1º. Bruselas.
Primeras impresiones.
Es una ciudad algo destartalada, caótica y absurda, un poquito como Madrid, otro poquito como París, y con un toque de Sevilla. Mención aparte para los camareros que te abordan para que entres al restaurante, en una calle de dos metros de ancho, ocupada a todo lo largo por mesas: evitad la Rue des Bouchers en hora punta (en general, evitadla). La zona típica, la Grand-Place y alrededores, es para visitarla a las 9 de la mañana, cuando están los camiones de reparto, y así disfrutar de ese rato de calma.
Hay que llevar calzado sujeto y con suela gorda, que ya se sabe que el adoquinado es traicionero, pero éste mucho más, así que cuidado con las piedras sueltas, los agujeros, los baches, los turistas comiendo gofres, el tráfico, más turistas haciéndose selfies, etc.
Es una ciudad con encanto, pero, como muchas capitales europeas, se parece mucho a toda las demás y muy poco al país que la rodea.
Qué ver.
Ante todo, hay que madrugar (como siempre). Puestos a elegir, mejor sería evitar los fines de semana (y los lunes, que cierran todo)
Musée de la Bande Desinée. A mí personalmente me gustó mucho, la exposición, el edificio, los detalles tontos que tanta gracia nos hacen a los friquis!. Me saqué foto con el cohete de 'Objetivo: la luna' que hay en el hall, claro está!
Casa Horta. Sólo abren por la tarde, así que atentos al horario y procurad estar allí antes de que abran. Aunque queda apartado del centro, los fines de semana se pone hasta arriba. Pero merece la pena si eres amante del decó y las artes decorativas, y te emocionas viendo el tirador de una puerta o el diseño de unos azulejos. La habitación de la hija del señor Horta es una maravilla con la que soñar.
Chagall. A Retrospective. Para gustos están los colores, así que para mí estar en el lugar y no ver esta exposición hubiera sido imposible. Vamos, que me gusta Chagall. Mucho. Y la exposición me pareció fenomenal, de darme ganas de echar unos bailes por las salas y dar grititos cuando ves tus cuadros favoritos. Mi acompañante no compartía mi entusiasmo y simplemente le pareció bien.
Comer y cenar.
Ante todo, hay que cambiar de parámetros y dejar de pensar en comer consistente y cenar algo ligero. Todo lo contrario, la cena es la comida principal.
A la hora de comer (hacia la 1 del mediodía) es mejor elegir un sitio donde sirvan sopas, ensaladas y/o bocadillos y dejarse de tonterías. Es lo que hacen los lugareños. Hay una cadena de locales que se llaman Exki que son apañadísimos y los hay por toda la ciudad en sitios céntricos.
Además de los omnipresentes garitos de gofres y patatas fritas para el turismo, hay restaurantes donde sirven especialidades locales, guisos de carne, carne a la parrilla, o los famosos mejillones. Los más recomendados están en la Place Ste Catherine y alrededores, y la verdad es que no tienen mala pinta. A la hora de cenar se pone animado (a partir de las siete y media de la tarde). Pero el caso es que nos gustó más una calle lateral, la Rue de Flandre, donde hay más variedad. Por si queréis probar los típicos mejillones, en Le Pré Salé salen por 23,50 una cazuela como de un kilo, y es un bar de los de toda la vida, con su azulejo y su cocina a la vista. Se llena enseguida, así que hay que ir temprano. Un sitio de comida sencilla. Otro local que nos gustó mucho en la misma calle es Chez Claude, un restaurante muy majo, con las paredes todas recubiertas de fotos, y un ambiente muy soul, la comida está bien.
Para tomarse una cerveza, la zona que más nos ha gustado es la de Saint-Géry, alrededor de un antiguo mercado reconvertido en sala de exposiciones y café. Hay unos cuantos bares para elegir, simplemente hay que darse una vuelta y elegir terraza (si el tiempo acompaña). Muchos sirven aperitivos, queso, salchichón, aceitunas, o bocadillos. El ambiente es relajado y agradable.
Curiosidades.
Es fácil entenderse con cuatro palabritas en francés, y los carteles e indicaciones vienen en los dos idiomas, pero la gente habla francés en su mayoría.
En Bruselas no sirven agua del grifo (ni tap water, ni caraffe d'eau), así que puedes dejarte una fortuna en agua mineral en los restaurantes.
Tampoco hay (casi nunca) cerveza sin alcohol. Punto negativo si viajas con alguien que no puede beber alcohol, por ejemplo.
2º Brujas y Gante
Es fácil llegar a cualquiera de estas dos ciudades desde Bruselas en tren. Brujas queda a una hora, Gante a 35min, así que se puede dedicar un día a cada una.
Brujas es otro más de esos lugares que parecen un parque temático. Muy bonito, éso sí.
Lo mejor de Brujas:
- Callejear alejándose de la zona más famosa, la Grand-Place.
- El museo Groeninge, con sus cuadros de los primitivos flamencos, una verdadera maravilla, sobre todo el emblemático del museo, esa pintura de Jan Van Eyck es algo que vale la pena verse. Espectacular. (Si no te interesa el arte, ni la pintura, ahórrate el dinero de la entrada, pero, la verdad, no entiendo para qué irse hasta Brujas y no disfrutar de nada de todo esto)
Gante
Suele gustar más, sobre todo porque es una ciudad con su propia vida, no está enfocada del todo al turismo. Incluso cuesta trabajo encontrar la oficina de turismo (está frente al castillo). Hay varios monumentos visitables, pero lo más interesante es pasearse contemplando la ciudad. Hay un local de comida rápida, de sopa, bocadillos y ensaladas, económico y bastante apetecible, Soup'r, que es muy frecuentado. Tengo la teoría de que hay que comer donde veas que comen trabajadores, de traje o de mono, y aquí había de ambos.
jueves, febrero 12, 2015
casandra
Cada vez que oigo todo eso de "la casta" me entra una sensación entre desánimo y miedo, y empiezo a recordar todas las ocasiones en que se ha definido a los "enemigos del pueblo", y a dónde conduce ese camino. Quiénes son esa " casta", quién decide quiénes son "casta" y quiénes son "la gente" (o burguesía y pueblo, si nos ponemos antiguos). Qué planes hay para acabar con esa "casta" dañina y enemiga del pueblo, ¿campos de reeducación?. El siguiente paso es acusar de ser "casta" a cualquiera que no esté de acuerdo. Actitud burguesa, enemigo del pueblo, blabla. Purgas.
Se ve venir desde el tren. Y no por ello es menos real.
Desánimo y miedo.
Se ve venir desde el tren. Y no por ello es menos real.
Desánimo y miedo.
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