(un poco de autocuestionamiento para celebrar el cuarto aniversario)
1. escribo sólo si me apetece, nunca me obligo: incluso esos extractos de libros que suelto, los pongo porque a mí, en ese momento, me parecen significativos, quiero recordarlos y compartirlos.
2. lo que escribo no tiene importancia ninguna, sólo que me interese y me divierta a mí (y a otras personas también, espero): saberse intrascendente, prescindible, me parece una sensación magnífica (y libre)
3. no hay más finalidad que la que se observa a simple vista; no tengo ambiciones de escribir nada más que lo que escribo, y en cuanto sienta el mínimo asomo de obligación, lo dejaré y me dedicaré a otra cosa. Una afición es algo muy serio, ocupa tiempo y energía, pero la recompensa se encuentra en la propia dedicación (horas felices de concentración en una tarea que, vista desde fuera, es inútil y sin beneficio ninguno, ahhh)
4. el entusiasmo es bueno, no quiero retenerlo, ni esperar que se me pase antes de escribir. Pero, aunque no mantenga esa pose de amargada superioridad, que queda tan elegante, tampoco voy por ahí dando saltos de alegría ante el primer lápiz verde que me muestren.
5. no se puede caer bien a todo el mundo, y menos por escrito: los que creen que eres idiota simplemente pasarán de largo (si se toman la molestia de querer ofenderte, pierden su tiempo). Soy consciente de la impresión que puede sacar la gente, pero no voy a cambiar: la percepción que otros tienen de mí es, en su mayor parte, cosa suya.
6. nada de querer sentar cátedra, sólo mi opinión sobre cosas que me parecen buenas, que son de mi gusto: de las malas, mejor ni hablar (tener que recordar y analizar libros horrendos y películas estafadoras, sería como tener que volverlos a soportar de nuevo, y con una vez me basta).
7. siempre hay gente que, cuando surge un nuevo medio de expresión, pretende delimitar qué se debe hacer con él: es tan tonto como decirle al dueño de un cuaderno qué debe escribir o dibujar en él. El cuaderno es mío y haré con él lo que me plazca: no tengo ninguna obligación de ajustarme a los parámetros y cuadrículas que otros tengan en sus mentes. Bastante tengo con mis propias limitaciones, oigan.
8. un blog es justo lo que andaba buscando cuando lo encontré: un modo de compartir esas opiniones, recortes, enlaces, lo que fuera, que andaba recopilando. Lástima que la mayoría de las personas para las que quería escribirlo no tenían conexión a internet (y, aún hoy, muchas siguen igual); a cambio, he encontrado otras personas que se han interesado en lo que yo tengo que contar y, sobre todo, he encontrado un montón de personas de las que me interesa lo que cuentan (y cómo lo cuentan, y qué les pasa, y cómo les va...)
2. lo que escribo no tiene importancia ninguna, sólo que me interese y me divierta a mí (y a otras personas también, espero): saberse intrascendente, prescindible, me parece una sensación magnífica (y libre)
3. no hay más finalidad que la que se observa a simple vista; no tengo ambiciones de escribir nada más que lo que escribo, y en cuanto sienta el mínimo asomo de obligación, lo dejaré y me dedicaré a otra cosa. Una afición es algo muy serio, ocupa tiempo y energía, pero la recompensa se encuentra en la propia dedicación (horas felices de concentración en una tarea que, vista desde fuera, es inútil y sin beneficio ninguno, ahhh)
4. el entusiasmo es bueno, no quiero retenerlo, ni esperar que se me pase antes de escribir. Pero, aunque no mantenga esa pose de amargada superioridad, que queda tan elegante, tampoco voy por ahí dando saltos de alegría ante el primer lápiz verde que me muestren.
5. no se puede caer bien a todo el mundo, y menos por escrito: los que creen que eres idiota simplemente pasarán de largo (si se toman la molestia de querer ofenderte, pierden su tiempo). Soy consciente de la impresión que puede sacar la gente, pero no voy a cambiar: la percepción que otros tienen de mí es, en su mayor parte, cosa suya.
6. nada de querer sentar cátedra, sólo mi opinión sobre cosas que me parecen buenas, que son de mi gusto: de las malas, mejor ni hablar (tener que recordar y analizar libros horrendos y películas estafadoras, sería como tener que volverlos a soportar de nuevo, y con una vez me basta).
7. siempre hay gente que, cuando surge un nuevo medio de expresión, pretende delimitar qué se debe hacer con él: es tan tonto como decirle al dueño de un cuaderno qué debe escribir o dibujar en él. El cuaderno es mío y haré con él lo que me plazca: no tengo ninguna obligación de ajustarme a los parámetros y cuadrículas que otros tengan en sus mentes. Bastante tengo con mis propias limitaciones, oigan.
8. un blog es justo lo que andaba buscando cuando lo encontré: un modo de compartir esas opiniones, recortes, enlaces, lo que fuera, que andaba recopilando. Lástima que la mayoría de las personas para las que quería escribirlo no tenían conexión a internet (y, aún hoy, muchas siguen igual); a cambio, he encontrado otras personas que se han interesado en lo que yo tengo que contar y, sobre todo, he encontrado un montón de personas de las que me interesa lo que cuentan (y cómo lo cuentan, y qué les pasa, y cómo les va...)