domingo, diciembre 03, 2006

Tengo la costumbre de hacer acopio de películas para ver en las Entrañables Fiestas, previendo (juiciosamente) que nunca pondrán en la tele nada de mi agrado; y, si lo ponen, o no me enteraré a tiempo, o pondrán tantos anuncios que mi atención entrará en barrena y al cuarto de hora me encontraré mentalmente ausente (en veinte minutos, también físicamente).

Con el tiempo, se ha creado una tradición, en la que hay algunos títulos clásicos (y Entrañables, claro), y también películas que a mí me parecen típicas de la época. Con ánimo de compartir información, y dar ideas, aquí dejo unas cuantas.

1) La princesa prometida (The Princess Bride, 1987). Completamente imprescindible y necesaria para afrontar algunas tardes invernales especialmente aburridas. De paso, recuerdo que Mandy Patinkin, ahora más conocido por aparecer en la serie "Mentes criminales" (como Jason Gideon), será, para muchos de nosotros y para siempre, Íñigo de Montoya.

2) Willow (1988). Supongo que hay una razón generacional para el aprecio que siento por esta película (igualmente para la anterior), pero aún disfruto viéndola y me pone de buen humor: razones de mucho peso.

3) No somos ángeles de Michael Curtiz (We`re No Angels, 1955). Cuando los tópicos empalagosos llegan a estragar el paladar, nada como una buena dosis de humor negro del bueno, con tema navideño de fondo. Y además, es una película muy buena, y Bogart era un gran cómico.

4) La taberna del irlandés de John Ford(Donovan`s Reef, 1963). Más navidades tropicales, esta vez sin humor negro, y sí mucho humor blanco. Todo el encanto de John Ford, en una película considerada menor (todo lo menor que puede ser Él), recomendable para olvidar el clima invernal, y añorar doradas arenas.

5) Me enamoré de una bruja (Bell, Book and Candle, 1958. Todo comienza una nochebuena, en esta comedia ligera con James Stewart y Kim Novak de protagonistas, con acompañamiento de secundarios muy principales, como Elsa Lanchester o Jack Lemon. Hay, además, razones estéticas para verla: no se pierdan el vestuario de Kim Novak, ni el mobiliario y la decoración de las casas (parecen de un suplemento de ayer mismo). Y siempre se agradece reírse un rato, con estas películas de tiempos en que la comedia era más ingenua (pero se mantenía en pie la trama, por inverosímil que fuese).

Si quieren añadirme alguna de las más tópicas, les diré que, de Frank Capra, prefiero ver Un gangster para un milagro(1961) antes que Qué bello es vivir (1946). Un poco de frivolidad, por favor.

No hay comentarios: