jueves, diciembre 11, 2003

Y ahora, una crítica nada objetiva, como siempre, fruto del entusiasmo del momento. Acabo de salir del cine.
Master and Commander dura dos horas, y puedo decir que no le sobra metraje. Yo estuve quietecita en mi butaca, conteniendo el aliento, esperando acontecimientos, ya fuesen cañoneos, tormentas o huídas a toda vela (el mar sí que aparece bien retratado, de verdad). Incluso en los momentos de calma, no falta la tensión entre los personajes, los conflictos, ni el suspense.
Unos personajes novelescos, éso sí, pero tan bien descritos, tan característicos cada uno de ellos, que sus caras y sus personalidades quedan clavadas en la memoria con unas pocas apariciones breves.

La ambientación es fabulosa, el barco es magnífico, y una se hace cabalmente idea de cómo era la vida a bordo, y, lo que es peor, lo terrible que era la medicina en esos tiempos. La verdad es que no falta detalle, incluído el llamativo asunto de que oficiales de once años den órdenes a marineros de sesenta, y sean tratados en todo como caballeros hechos y derechos; la falta de espacio, y cómo se aprovecha, la variedad de oficios y destrezas necesarias en un barco, el hacinamiento, la disciplina feroz, y, por supuesto, esos bonitos momentos de patriotismo inglés, que nunca faltan en este género de películas...
Y de pronto, me he acordado de "El hidalgo de los mares", con Gregory Peck. Ya no se hacen películas así, pero Master and Commander es lo más parecido que vamos a ver en mucho tiempo, así que disfrútenla...

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