sábado, diciembre 20, 2003

El Retorno del Rey:
bien, si quieren críticas con fundamento, pueden leer una estupenda en Crisei y no se pierdan los comentarios: hay que ver cuántos herejes andan sueltos por ahí...
Por lo demás, yo no puedo ser objetiva hablando de esta película: el sentimentalismo nubla mis cualidades críticas (si es que tengo alguna, claro).
Y a partir de aquí, recomiendo que se abstengan si no han visto ya la película: se avecina un Spoiler.

En las anteriores entregas había conseguido abstraerme del recuerdo del libro, al menos lo suficiente como para disfrutar de las películas sin más. Pero en El Retorno del Rey es casi imposible, porque se sigue el libro mucho más literalmente, así que no he podido evitar remitirme constantemente a las impresiones que me causó la lectura. Pasé mucho suspense, esperando el horror de Ella-laraña... Luego no resulta ni de lejos tan horrible como una se había imaginado ( una vez más, los monstruos y terrores es mejor insinuarlos que mostrarlos), ni el túnel tan oscuro, ni las telarañas tan asfixiantes. Pero hay una cosa que resulta mejorada, con creces, y es la personalidad de Gollum-Sméagol, tan astuto, tan artero, jugando con los temores de Frodo, manejándolo, guiándolo hacia la trampa... y sin dejar de tener sus aportaciones cómicas. Realmente es un gran personaje, y un verdadero pilar de esta película.

Y la segunda trama, con los demás protagonistas enzarzados en la preparación de la guerra, se va desarrollando en medio de un sentimiento de urgencia, de incertidumbre, que combina perfectamente con la situación de Frodo y Sam. Ambas historias se suceden y se complementan a buen ritmo, y vemos que los pensamientos de todos están puestos en Frodo, que sus esperanzas son débiles pero aún se mantienen.
Merry y Pippin se merecen mención aparte, porque, al fin, muestran una evolución de sus personalidades, ya no más sólo graciosos e inconscientes, sino más bien héroes. Pippin, al lado de Gandalf en la ciudad de Minas Tirith, muestra de pronto una profundidad sorprendente, y tienen ambos un diálogo muy interesante.
Por supuesto, las escenas de batalla son fabulosas, y la carga de los jinetes de Rohan es épica. Pero éso ya nos lo esperábamos. En cambio, ha sido un verdadero regalo la escena de la caída del rey Théoden, con Éowyn enfrentándose al Nazgul, y luego a la muerte de su rey, que se despide de ella de forma inolvidable: "Reconozco tu rostro, Éowyn" (sí, es un golpe bajo, directamente dirigido a enternecernos, pero, ay, funciona).
Curiosamente, el personaje de Aragorn, que debía acaparar protagonismo, mostrar un cambio profundo al asumir su condición, y crecer en presencia, resulta tratado casi por encima, como dándolo todo por supuesto. El único momento que recuerdo en que parece mostrar ese cambio es durante el cruce del Sendero de los Muertos (a propósito, esa parte me ha gustado mucho), empuñando su flamante espada por primera vez, declarando su linaje.

La verdad es que, después de las escenas emocionantes, con olifantes, batallas, hordas de orcos, cargas de caballería y ejércitos de fantasmas que limpian el campo de enemigos (como burbujas verdes de anuncio de lavavajillas)... resulta bastante innecesaria todo esa posterior explicación de cómo volvieron los hobbits a su impoluta e inmutable Comarca. La media hora final es incluso aburrida, por más que haya que reconocer que se ajusta al libro (si es que éso es un merito por sí mismo). Hubiera preferido menos literalidad y más diversión: es mi personal opinión.

En resumen, me sigue dando la sensación de que la versión extensa nos aportará las suficientes líneas de diálogo, escenas extra y aclaraciones como para que las partes menos explicadas queden claras, y la historia se iguale con las anteriores entregas. Por desgracia, una vez que aparezca esta última versión extensa, ya no nos quedará nada que esperar. El viaje habrá terminado.




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