lunes, diciembre 15, 2003

Aviso: lo que voy a contar estropeará completamente la sorpresa a los que no hayan visto la versión extensa de Las Dos Torres... Ésto es un gran, grandioso Spoiler. Así que pueden continuar leyendo, "at your own risk"

Primeramente, confesaré que La Comunidad del Anillo me gustó más, pero éso es cosa mía y de mis personales preferencias. Porque en Las Dos Torres es donde la trama se complica, la historia se divide en tres historias paralelas, y el pulso del director ha de mantenernos interesados en todas ellas a la vez. Lo consigue, gracias a un montaje fabuloso, que va manteniendo la intriga, en medio de tantas aventuras cruzadas.

En la trama principal, vemos a Frodo y Sam rumbo a Mordor, guiados por un Gollum-Sméagol que está verdaderamente logrado, con todas sus luchas internas entre el lado bribón y el adulón. Y aquí es donde hay un personaje que crece a ojos vista, y es Faramir.
El joven capitán de Gondor tiene una escena breve, que me ha gustado mucho, reflexionando sobre los motivos de sus enemigos muertos para embarcarse en la guerra, dudando de que sean malvados en verdad, preguntándose qué amenazas, qué mentiras los habrán traído hasta allí. Estos pensamientos revelan que Faramir lleva una buena cantidad de muertos en su cuenta, en una guerra larga, y desesperante; y además, es un individuo pensativo e inteligente.
Pero, la verdadera presentación de Faramir como personaje, se hace a través de Boromir, al revelarse que conoce su muerte y, más aún, que es su hermano... Es muy bella la escena en que Faramir descubre, entre la niebla del río, el cuerpo de su hermano en una barca semihundida, para acabar, sentado y reflexivo, con el cuerno partido de Boromir en las manos.

Y luego, Faramir recuerda la toma de Osgiliath, comandada por su hermano mayor: un día de triunfo, de alegría, con Boromir exaltando la gloria de Gondor, y compartiendo su victoria con su hermano. Porque aquí vemos que los dos estaban muy unidos, frente a un padre exigente, ante el que Boromir es el primogénito fuerte, el instrumento preferido, aunque sin opinión (ni siquiera se le escucha cuando defiende a su hermano Faramir, quien es, para su padre, sólo una sombra, débil y despreciable). Al fin, con sólo unas pocas frases, vemos una vida familiar muy poco alegre, con tintes de tragedia shakespeariana.
El padre, que aprecia a Boromir como a una segunda edición de sí mismo, le encomienda que vaya a Rivendel para traerle el anillo, evitando que caiga en manos de otros (en ésto mide a todos de acuerdo con su propia ambición), recordándole, con esas frases que luego el propio Boromir hará suyas, que es la sangre de su pueblo la que se derrama. Para Faramir sólo hay palabras amargas de su padre y se rechaza su ofrecimiento de partir a Rivendel, acusándolo de querer tan sólo demostrar su valía, de actuar por egoísmo, para lucirse y destacar. Cada intento de Faramir de complacer a su padre recibe sólo desprecio; y supongo que así se nos pone en antecedentes para lo que sucederá en El Retorno del Rey...

La despedida de Boromir, antes de partir a un viaje del que sabemos que no volverá, está dedicada a su única verdadera familia: su hermano menor, al que pide que nunca olvide el día de alegría que acaban de vivir. Ambos son personajes agobiados, que han de aferrarse a un breve momento de felicidad.
Y Boromir aparece, de nuevo, como ese hombre que lleva sobre sus hombros la enorme exigencia de su padre de restaurar la gloria de Gondor ... y aquí vemos la grandeza del personaje, que lucha con fuerzas que sabe que lo superan, y sigue intentándolo, a pesar de todo.

En la siguiente entrega, la segunda trama, Rohan.
Ésto pasa por provocarme a que escriba, que luego me salen unas tostas impresionantes.

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