lunes, junio 30, 2003

Esta semana he dejado ahí el enlace a un cuento que me gusta mucho. Como todos los cuentos sufíes, se supone que contiene más de lo que aparenta... para quien lo sepa entender.
Si no les apetece calentarse la cabeza, diré que es un cuento paradójico y un tanto burlón sobre la necesidad de acomodar los hechos a los estereotipos que tenemos en la cabeza.
Y además, hace notar que el trabajo, las ocupaciones, no determinan quiénes somos en realidad; sólo son cosas que hacemos.
Un cuento muy bueno. Aprovechen, que mañana habrá otro.
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Sí, ya sé que se ha muerto Katherine Hepburn, y me he desayunado con la noticia.
Es uno de mis mitos, la mujer a la que quería parecerme de niña, independiente, interesante, atractiva, inteligente. Incluso quería tener esos rasgos angulosos y ese porte esbelto y elegante (la naturaleza tenía otras ideas al respecto).

Cada cual tendrá su película favorita de ella, pero creo que las que me gustan más son todas las que hizo con Cary Grant: Vivir para gozar, La gran aventura de Sylvia, La fiera de mi niña, Historias de Filadelfia (seguro que me dejo alguna, y seguro que es buenísima)... Será una herejía, pero siempre me pareció que formaban una pareja más atractiva que la siempre comentada de ella con Spencer Tracy (aunque me gustan mucho las películas que hicieron, todas).
Me parece que, muertos Gregory Peck y Katherine Hepburn, no me quedan mitos vivos. Sigh. Espero que alguna televisión tenga la mínima dignidad de pasar alguna película suya, aunque lo dudo (dignidad, ahora que lo pienso, ya sabemos que no tienen). En fin, vaya día para los cinépatas.

Para consuelo, tómense este caramelito: Princess Bride

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