viernes, mayo 28, 2004

"Desde el tercer milenio antes de Cristo el lenguaje ha estado lleno, en metáfora y aforismo, de imágenes de estocadas y tajos. Nos estrechamos las manos para indicar que no vamos a recurrir a nuestras espadas; un caballero le ofrece a una dama el brazo derecho porque hubo un tiempo en que en su cadera izquierda había una espada; un abrigo de hombre se abrocha a la izquierda, de forma que un duelista pueda desabotonárselo con la mano zurda, la que no está armada. Los dos grupos principales de la Cámara de los Comunes están separados por la longitud precisa de dos hojas de espada; y en el armario de cada miembro del Parlamento sigue habiendo una lazada de seda de la que colgar la espada. Los pilotos kamikaze se llevaban consigo a las cabinas sus espadas de samurái."
Ésto se dice en el Prólogo de Blandir la espada. Historia de los gladiadores, mosqueteros, samurai, espadachines y campeones olímpicos, obra de Richard Cohen. No recuerdo cuándo ni dónde leí el comentario que me incitó a leerla, pero quien fuese me hizo un favor. Un regalo.

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