domingo, julio 30, 2006

El curso del 88-89 es, para mí, el tiempo de los comienzos. La mayoría de edad, recién adquirida, creía yo que me daba un ímpetu especial de persona adulta, lista para tomar decisiones importantes, para romper con los restos de la pegajosa adolescencia y su peso muerto. Empezaba la vida real y estaba leyendo La isla del tesoro
Fue el primer curso en la Universidad, ese centro del saber donde nos abrirían las cabezas como melones para meternos dentro conocimientos elevados, distintos de todo lo que habíamos aprendido antes. En la decepción estaba la semilla de todo lo que aprendí en los años universitarios, las cantinas, los cafés, el cine y las conversaciones largas, larguísimas.
Entablé conversación, por primera vez, con la que luego sería (y sigue siendo) mi mejor amiga, en la cola para matricularnos. Es un gran recuerdo.
Y también recuerdo momentos de felicidad absoluta, inesperada y sin motivo aparente. Una mañana en que tenía un examen, y simplemente me tiré sobre una alfombra a escuchar la radio mientras leía algunos temas, pensando en si me presentaría o no.
A veces la felicidad es el sol en las cortinas, una temperatura suave, estar descalza en una alfombra, y tener conciencia de que eres libre de ir o no ir a cualquier parte.
------------
Toda esta evocación viene de una iniciativa desde Cisne Negro, quien se hunde en la nostalgia del año 1985

Vean la lista de los años evocados, que espero que se vaya ampliando...

viernes, julio 21, 2006

84, Charing Cross Road, Helene Hanff
Permitir que se apague el entusiasmo antes de escribir las alabanzas de un libro que nos está gustando, puede parecer prudente. Pero también es injusto, porque ¿quién es tan avaro de no compartir el entusiamo?
Y así, me he contagiado alegremente, a partir del comentario en Veleidades Vitales. Por esta recomendación, desde este momento, mi deuda con C. Martín (lectora pertinaz) es perpetua.

El libro me ha llegado a las manos justo a tiempo, porque me encontraba en un momento de inercia, abandono e indolencia lectora, como para llamar al alienista más famoso.
Qué maravilla, qué bien comprendo algunas palabras de la señorita Helene Hanff, cómo envidio esa correspondencia, esa amistad en la distancia, esa buena voluntad entre desconocidos, esa perfecta sintonía entre personas que aparentemente sólo establecen una relación comercial. Siempre me ha parecido que un librero es algo más que un vendedor de libros. Ahora lo creo mucho más.

¿Acaso no es hermoso sumergirse en un mundo donde, a pesar de todas las restricciones físicas, se podía mantener una correspondencia con los dependientes de una librería al otro lado del Atlántico e incluso enviarles comestibles para paliar el racionamiento?.
¿No es fantástico unirse al club de admiradores de este libro, que dió fama a su autora por lo que mejor sabía hacer, por leer, nada más y nada menos, (y por escribir cartas a su librero haciéndole pedidos)?

Bien, y ahora tendré que comprarlo. Hay libros que necesito poseer, y éste es uno de ellos: las palabras de sus páginas se han quedado a vivir conmigo. Y en versión original ha de sonar mucho mejor.

14 East 95th St.
9 febrero 1952

INDOLENCIA:
podría PUDRIRME aquí aguardando a que me envíen algo para leer. debería pasar inmediatamente por Brentano, y lo haría sin duda..., si no fuera porque todo lo que busco está agotado.
Puede añadir las Vidas de Walton a la lista de libros que no me envía. Va contra mis principios comprar un libro que no he leído previamente: es como comprar un vestido sin probártelo, pero lo cierto es que aquí no es posible conseguir las Vidas de Walton ni en una biblioteca pública.
Es posible consultarlo, sí. Lo tienen, por ejemplo, en la biblioteca de barrio de la calle 42. ¡Pero no te lo puedes llevar en préstamo!, como me dijo en un tono casi escandalizado la blibiotecaria: tienes que tragártelo allí. sentarte en la sala 315 y leerlo de un tirón, sin poder tomar una taza de café, fumar un cigarrillo o salir a respirar una bocanada de aire fresco.
No importa. Q lo citaba ampliamente, así que ya sé que me gustará. me gustan las mismas cosas que a él..., salvo sus obras de ficción. jamás he conseguido interesarme por cosas que sé que jamás ocurrieron a personas que nunca han vivido.
¿y qué hace usted ahí todo el día, sentado en la trasera de su tienda y leyendo sin parar? ¿por qué no trata de venderle algún libro a alguien?

mis Hanff para usted.
(Soy helene, pero sólo para mis AMIGOS)

p.d. dígales a las chicas y a nora que, si todo va bien, tendrán medias de nailon para esta Cuaresma.

jueves, julio 20, 2006

Está formada en el mismo molde el alma del emperador y el alma del zapatero. Considerando la importancia de los actos de los príncipes, y su peso, creemos que están producidos por motivos igualmente importantes y de peso. Erramos: sus movimientos están guiados e impulsados por los mismos resortes que los nuestros. La misma razón que nos hace discutir con el vecino, provoca una guerra entre los príncipes; la misma razón que nos hace azotar a un lacayo, a un rey le hace arruinar una provincia. Desean con la misma ligereza que nosotros, mas pueden más. Las mismas apetencias agitan a una cresa y a un elefante.

Ensayos. Libro Segundo, XII: Apología de Raimundo Sabunde
Michel de Montaigne
(edición y traducción de Mª Dolores Picazo y Almudena Montojo)

miércoles, julio 12, 2006

Los anuncios se supone que pretenden convencerte de que compres algo o, al menos, dejar asentada en tu subconsciente una imagen positiva del producto, aunque no lo vayas a comprar inmediatamente. Está claro que no todos somos el objetivo al que se dirigen los publicistas: quieren atraer a un determinado público de posibles compradores, de cierto estatus, edad y condición. Así que tengo claro que muchos anuncios, especialmente los de coches, no están hechos para gente como yo (si es que existe tal cosa).

Asumiendo todo esto, hay anuncios que me parecen burdos, mal hechos, o irritantes. Sobre todo cuando exaltan valores que personalmente desprecio, como esos anuncios deliberadamente sexistas en que los hombres parecen subhumanos mientras las mujeres son el prototipo de todo lo que es inteligente, útil y bueno. Valiente timo.

Pero hay una generalidad de anuncios bobos, asentados en tópicos menudos, casi insignificantes, que son como un ruido visual. No son grandes ofensas, pero tiendo a verlas como parte de un bombardeo constante, complaciente con la banalidad, burlándose de toda esa polvorienta cultura, de los viejos edificios y la aburrida música clásica, de la defensa de la naturaleza y sus absurdas causas. Porque lo divertido de verdad, lo que de verdad importa es comprarse un cochecito, no "las gárgolas premedievales", "el minué a tres cuerdas" o "el apareamiento del escorpión bicéfalo", que, además, son cosas que no existen: es una buena manera de ironizar sin mancharse con alusiones directas. Podemos imaginar qué bien hubiera sido recibido el mismo anuncio con las catedrales góticas, la ópera barroca o el lince ibérico. Al menos, a veces, son sutiles.

De esta manera, están consiguiendo que cambie de canal para evitar algunos anuncios (visto el tiempo que ocupan, que es casi todo, es lo normal)

jueves, julio 06, 2006

La verdadera llegada del verano se hace notar: el balance de actividades se reduce a largas siestas y largas veladas en las terrazas. Y así nos quedan por delante tres meses, más o menos. Qué sufrimiento.